cambio social y movimientos alternativos
INTRODUCCIÓN.
CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
CONCEPTOS.
Cambio social.
Movimientos sociales.
Movimientos alternativos.
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
CARACTERÍSTICAS DE LOS MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
Sujetos.
Valores.
Organización.
Actuación.
RELACIÓN ENTRE CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
CONCEPTOS.
Cambio social.
El cambio es consustancial a la sociedad, siempre en sucesión, siempre en movimiento, aunque su tiempo puede llegar a ser muy lento (por ejemplo en la sociedad egipcia o china).
El cambio social supone una modificación observable de las instituciones básicas durante un periodo específico. Esto supone que hay una parte que permanece, que no cambia (por ejemplo es evidente la resistencia al cambio de las grandes religiones monoteístas). La sociedad es, pues, un conjunto de cambios y continuidades.
En la actualidad se ha acelerado notablemente la velocidad del cambio social, debido a la globalización económica, la mundialización de la información, la ruptura de las fronteras espaciales y de las leyes de privilegios sociales, etc.
Movimientos sociales.
Los movimientos sociales, según Giddens son: ‹‹un intento colectivo de promover un interés común, o de asegurar un objetivo compartido, mediante la acción colectiva en el exterior de las instituciones establecidas›› [Giddens. Sociología. 1991 (1989): 659-660.]. Para Giddens, pues, se distinguen por su carácter de no organización formal y de acción colaboradora fuera de las instituciones, pero a continuación acepta que sus límites con las organizaciones formales son muy ambiguos, por lo que grupos institucionalizados podrían ser conceptuados como movimientos sociales en la medida en que su actividad se orienta a realizar actos públicos o privados para promover o resistirse al cambio social. Esta concepción tan amplia es muy común en los ámbitos científicos: por ejemplo en la mayoría de las universidades la asignatura de Historia de los Movimientos Sociales incluye en su temario a los movimientos alternativos (feminismo, pacifismo, ecologismo), las ONG, las patronales, los sindicatos, los partidos políticos, las organizaciones profesionales o gremiales, la Iglesia católica, los grupos contraculturales (hippies, beatniks), etc. Los ciudadanos se organizan con autonomía en diferentes niveles de relación y compromiso con la sociedad. Las personas individuales pueden relacionarse y agruparse para la consecución de objetivos concretos en un tema que les ilusione y motive.
Movimientos alternativos.
Los movimientos alternativos son movimientos sociales no institucionalizados que, además, presentan alternativas radicales al sistema imperante. Su concepto está mucho mejor limitado, ya que necesariamente no han de ser organizaciones formales según el modelo tradicional porque se oponen a ese modelo, y porque han de buscar un cambio social profundo, que trastorne profundamente el orden establecido. Los movimientos alternativos más conocidos y con más historia son el feminismo, el pacifismo y el ecologismo.
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
Dentro de los movimientos sociales destaca últimamente el fenómeno de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), muchas de ellas inscritas en los tres movimientos anteriores o nacidas en su seno.
En los años 1990 parece que las ONG se configuran como un cuarto movimiento alternativo, mucho más plural, que integra en gran parte a los otros tres y que se caracteriza por su ideología solidaria con los individuos y grupos marginados de las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas y por su atención a problemas muy concretos que afectan a un modelo ideal o utópico de sociedad, como la pobreza, la incultura, la enfermedad, la guerra, etc., especialmente en el Tercer Mundo.
Su origen puede datarse con posterioridad a 1968, cuando hubo un renacer de conceptos ácratas y neoizquierdistas como autogestión, antimilitarismo, antinuclearismo, denuncia de la arrogancia del poder, rechazo del consumismo, que fueron recogidos por distintos movimientos contraculturales y de acción ciudadana para cuestionar el orden imperante.
Además, en la actualidad muchos ciudadanos sufren un sentimiento de desconfianza hacia las grandes organizaciones estatales, dominadas por burocracias inabarcables, lentas en su respuesta a los problemas, y en muchos casos los ciudadanos prefieren colaborar con aportaciones económicas o con su labor en las ONG, que están desarrollando una tarea extraordinaria para la resolución a pequeña escala de gravísimos problemas sociales tanto entre las víctimas de la marginación social en el mismo Occidente, como en el Tercer Mundo. Sus campos de actuación son variados, desde las propias de los movimientos alternativos clásicos (paz, ecología), hasta los de cooperación, derechos humanos, alimentación, tratamiento de las drogadicción, sanidad, etc. Así, Amnistía Internacional y otras ONG se dedican a defender los derechos humanos. Algunas organizaciones incluso circunscriben sus objetivos a temas locales o temporales, como fueron los Voluntarios Olímpicos de Barcelona 1992 o los que defienden una zona concreta del paisaje de su comunidad o atienden a los necesitados de su parroquia. Cruz Roja, Caritas, Médicos del Mundo, Médicos sin Fronteras y decenas más laboran en campos como la sanidad, la educación, el asesoramiento y financiación de proyectos productivos.
Un ejemplo más reciente es el movimiento conocido como 15-M, aparecido en 2011 en Madrid y pronto extendido por España y muchos otros países, con una organización mínima y un ideario muy amplio de protesta contra los peores aspectos de la globalización y de la crisis económica y social aparecida en 2008.
CARACTERÍSTICAS DE LOS MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
Sujetos.
- Son grupos de sujetos movidos por ideales, con un elevado altruismo.
- Provienen de todas las clases sociales y niveles de educación, pero en general proceden de las clases medias y tienen un nivel educativo de rango alto/medio.
Valores.
- Se autoidentifican por un ideal común, por un compromiso con una de las causas idealistas de la humanidad: la igualdad del sexo femenino respecto al masculino en el feminismo, la aspiración a la paz en el pacifismo, la defensa del medio ambiente en el ecologismo.
- Creen que la sociedad y la Historia pueden cambiar con la acción de las personas y de los grupos que lo pretendan.
- Se oponen a las instituciones tradicionales y, salvo excepciones (ecologistas) a la participación política, abogando por la presión constante en la vida civil.
- Se oponen a la racionalización militar, política, económica y tecnológica, por lo que generalmente no aceptan un compromiso con los poderes que representan estos intereses.
Organización.
- Su organización es poco profesional, con pocos miembros liberados, porque está basada en el compromiso idealista de sus miembros ya que no tienen ánimo de lucro.
- Están poco estructurados (apenas hay jerarquías).
- Son muy democráticos y asamblearios.
Actuación.
- Ante la sociedad actúan con medios variados: manifestaciones, protestas espectaculares (para su difusión en los medios de comunicación), cartas masivas...
- Generalmente no aceptan un compromiso sobre sus ideales, que son irrenunciables y maximalistas. De hecho, los pactos (por ejemplo de algunos grupos ecologistas) han provocado a menudo escisiones internas.
RELACIÓN ENTRE CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
El cambio social es constante e imparable en el mundo actual y exige de la sociedad una constante adaptación y confrontación. Los movimientos alternativos son los grupos de personas cuya actividad se orienta a promover el cambio social, presentando alternativas al sistema imperante.
Los movimientos alternativos constituyen una de las grandes esperanzas de la Humanidad y uno de los fenómenos sociales más importantes del Mundo Contemporáneo. Los movimientos alternativos del feminismo, el pacifismo y el ecologismo defienden los derechos humanos más modernos: los derechos de la mujer, el derecho a la paz, el derecho a un medio ambiente sano. Son derechos humanos que los gobiernos no satisfacen convenientemente y que la sociedad civil, por sí misma, defiende de este modo alternativo.
BIBLIOGRAFÍA.
Internet.
[http://es.wikipedia.org/wiki/Movimientos_sociales]
CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
CONCEPTOS.
Cambio social.
Movimientos sociales.
Movimientos alternativos.
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
CARACTERÍSTICAS DE LOS MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
Sujetos.
Valores.
Organización.
Actuación.
RELACIÓN ENTRE CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
CONCEPTOS.
Cambio social.
El cambio es consustancial a la sociedad, siempre en sucesión, siempre en movimiento, aunque su tiempo puede llegar a ser muy lento (por ejemplo en la sociedad egipcia o china).
El cambio social supone una modificación observable de las instituciones básicas durante un periodo específico. Esto supone que hay una parte que permanece, que no cambia (por ejemplo es evidente la resistencia al cambio de las grandes religiones monoteístas). La sociedad es, pues, un conjunto de cambios y continuidades.
En la actualidad se ha acelerado notablemente la velocidad del cambio social, debido a la globalización económica, la mundialización de la información, la ruptura de las fronteras espaciales y de las leyes de privilegios sociales, etc.
Movimientos sociales.
Los movimientos sociales, según Giddens son: ‹‹un intento colectivo de promover un interés común, o de asegurar un objetivo compartido, mediante la acción colectiva en el exterior de las instituciones establecidas›› [Giddens. Sociología. 1991 (1989): 659-660.]. Para Giddens, pues, se distinguen por su carácter de no organización formal y de acción colaboradora fuera de las instituciones, pero a continuación acepta que sus límites con las organizaciones formales son muy ambiguos, por lo que grupos institucionalizados podrían ser conceptuados como movimientos sociales en la medida en que su actividad se orienta a realizar actos públicos o privados para promover o resistirse al cambio social. Esta concepción tan amplia es muy común en los ámbitos científicos: por ejemplo en la mayoría de las universidades la asignatura de Historia de los Movimientos Sociales incluye en su temario a los movimientos alternativos (feminismo, pacifismo, ecologismo), las ONG, las patronales, los sindicatos, los partidos políticos, las organizaciones profesionales o gremiales, la Iglesia católica, los grupos contraculturales (hippies, beatniks), etc. Los ciudadanos se organizan con autonomía en diferentes niveles de relación y compromiso con la sociedad. Las personas individuales pueden relacionarse y agruparse para la consecución de objetivos concretos en un tema que les ilusione y motive.
Movimientos alternativos.
Los movimientos alternativos son movimientos sociales no institucionalizados que, además, presentan alternativas radicales al sistema imperante. Su concepto está mucho mejor limitado, ya que necesariamente no han de ser organizaciones formales según el modelo tradicional porque se oponen a ese modelo, y porque han de buscar un cambio social profundo, que trastorne profundamente el orden establecido. Los movimientos alternativos más conocidos y con más historia son el feminismo, el pacifismo y el ecologismo.
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
Dentro de los movimientos sociales destaca últimamente el fenómeno de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), muchas de ellas inscritas en los tres movimientos anteriores o nacidas en su seno.
En los años 1990 parece que las ONG se configuran como un cuarto movimiento alternativo, mucho más plural, que integra en gran parte a los otros tres y que se caracteriza por su ideología solidaria con los individuos y grupos marginados de las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas y por su atención a problemas muy concretos que afectan a un modelo ideal o utópico de sociedad, como la pobreza, la incultura, la enfermedad, la guerra, etc., especialmente en el Tercer Mundo.
Su origen puede datarse con posterioridad a 1968, cuando hubo un renacer de conceptos ácratas y neoizquierdistas como autogestión, antimilitarismo, antinuclearismo, denuncia de la arrogancia del poder, rechazo del consumismo, que fueron recogidos por distintos movimientos contraculturales y de acción ciudadana para cuestionar el orden imperante.
Además, en la actualidad muchos ciudadanos sufren un sentimiento de desconfianza hacia las grandes organizaciones estatales, dominadas por burocracias inabarcables, lentas en su respuesta a los problemas, y en muchos casos los ciudadanos prefieren colaborar con aportaciones económicas o con su labor en las ONG, que están desarrollando una tarea extraordinaria para la resolución a pequeña escala de gravísimos problemas sociales tanto entre las víctimas de la marginación social en el mismo Occidente, como en el Tercer Mundo. Sus campos de actuación son variados, desde las propias de los movimientos alternativos clásicos (paz, ecología), hasta los de cooperación, derechos humanos, alimentación, tratamiento de las drogadicción, sanidad, etc. Así, Amnistía Internacional y otras ONG se dedican a defender los derechos humanos. Algunas organizaciones incluso circunscriben sus objetivos a temas locales o temporales, como fueron los Voluntarios Olímpicos de Barcelona 1992 o los que defienden una zona concreta del paisaje de su comunidad o atienden a los necesitados de su parroquia. Cruz Roja, Caritas, Médicos del Mundo, Médicos sin Fronteras y decenas más laboran en campos como la sanidad, la educación, el asesoramiento y financiación de proyectos productivos.
Un ejemplo más reciente es el movimiento conocido como 15-M, aparecido en 2011 en Madrid y pronto extendido por España y muchos otros países, con una organización mínima y un ideario muy amplio de protesta contra los peores aspectos de la globalización y de la crisis económica y social aparecida en 2008.
CARACTERÍSTICAS DE LOS MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
Sujetos.
- Son grupos de sujetos movidos por ideales, con un elevado altruismo.
- Provienen de todas las clases sociales y niveles de educación, pero en general proceden de las clases medias y tienen un nivel educativo de rango alto/medio.
Valores.
- Se autoidentifican por un ideal común, por un compromiso con una de las causas idealistas de la humanidad: la igualdad del sexo femenino respecto al masculino en el feminismo, la aspiración a la paz en el pacifismo, la defensa del medio ambiente en el ecologismo.
- Creen que la sociedad y la Historia pueden cambiar con la acción de las personas y de los grupos que lo pretendan.
- Se oponen a las instituciones tradicionales y, salvo excepciones (ecologistas) a la participación política, abogando por la presión constante en la vida civil.
- Se oponen a la racionalización militar, política, económica y tecnológica, por lo que generalmente no aceptan un compromiso con los poderes que representan estos intereses.
Organización.
- Su organización es poco profesional, con pocos miembros liberados, porque está basada en el compromiso idealista de sus miembros ya que no tienen ánimo de lucro.
- Están poco estructurados (apenas hay jerarquías).
- Son muy democráticos y asamblearios.
Actuación.
- Ante la sociedad actúan con medios variados: manifestaciones, protestas espectaculares (para su difusión en los medios de comunicación), cartas masivas...
- Generalmente no aceptan un compromiso sobre sus ideales, que son irrenunciables y maximalistas. De hecho, los pactos (por ejemplo de algunos grupos ecologistas) han provocado a menudo escisiones internas.
RELACIÓN ENTRE CAMBIO SOCIAL Y MOVIMIENTOS ALTERNATIVOS.
El cambio social es constante e imparable en el mundo actual y exige de la sociedad una constante adaptación y confrontación. Los movimientos alternativos son los grupos de personas cuya actividad se orienta a promover el cambio social, presentando alternativas al sistema imperante.
Los movimientos alternativos constituyen una de las grandes esperanzas de la Humanidad y uno de los fenómenos sociales más importantes del Mundo Contemporáneo. Los movimientos alternativos del feminismo, el pacifismo y el ecologismo defienden los derechos humanos más modernos: los derechos de la mujer, el derecho a la paz, el derecho a un medio ambiente sano. Son derechos humanos que los gobiernos no satisfacen convenientemente y que la sociedad civil, por sí misma, defiende de este modo alternativo.
BIBLIOGRAFÍA.
Internet.
[http://es.wikipedia.org/wiki/Movimientos_sociales]
Libros.
Arroyo, Fernando. Subdesarrollo y Tercer Mundo. Cincel. Madrid. 1986. 136 pp.
Della Porta, Donatella; Diani, Mario. Los movimientos sociales. Trad. de Eduardo Romanos. CIS y UCM. Madrid. 2012. 433 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14.
Díaz-Salazar, Rafael. Redes de solidaridad internacional. Hoac. Madrid. 1996. Un estudio de las desigualdades Norte-Sur y las ONG más comprometidas.
Durán Heras, María Ángeles. Liberación y utopía. Akal. Madrid. 1982. 234 pp.
Ferrer, Sol. Vida y obra de Francisco Ferrer. Luis de Caralt. Barcelona. 1980. 286 pp. El jesuita español que más ayudó a la población pobre de la India.
Funes, María Jesús (ed.). A propósito de Tilly. Conflicto, poder y acción colectiva. CIS. Madrid. 2011. 350 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14. El estadounidense Charles Tilly (1929-2008) fue un famoso sociólogo de historia y política de los movimientos sociales.
Giddens, Anthony. Sociología. Alianza. Madrid. 1991 (1989). 846 pp.
Offe, Claus. Partidos políticos y nuevos movimientos sociales. Sistema. Madrid. 1988. 265 pp.
Roszak, Theodore. El movimiento de una contracultura. Kairós. Barcelona. 1981. 320 pp.
Artículos. Orden cronológico.
AA.VV. La cooperación al desarrollo. “Sistema”, nº 127-128 (IX-1995) 218 pp.
Huete Machado, Lola (texto); Moro, Sofía (fotos). Galería antisistema. “El País” Semanal 1797 (6-III-2011) 48-60. Reportaje sobre el 11 Foro Social Mundial de ONG ecologistas, feministas, pacifistas...
Angulo, Carmelo; Jiménez Araya, Tomás; Sotillo, José Ángel. Después de la crisis, ¿qué? “El País” (19-XII-2011) 29. Reivindican la necesidad de mantener la cooperación internacional de España. Sobre la crisis económica y su impacto en las ONG y la solidaridad internacional.
Esteve, Fernando. El 15-M, la esperanza del sistema. “El País” (9-VIII-2012) 23. Esteve defiende la importancia de los ‘indignados’ del movimiento 15-M, que significan una protesta desde dentro del sistema democrático para su reforma, y no un ataque contra este. Siguiendo la distinción establecida por Albert O. Hirschman en Salida, voz y lealtad, están a favor de la voz reformadora y no de la salida del sistema, hacia posiciones totalitarias antisistema.
Morán, Carmen; Limón, Raúl. Activismo efervescente. “El País” (9-VIII-2012) 26-27. Las protestas puntuales carecen de efectos a largo plazo si no se combinan con la participación organizada en la vida política y social.
Gil Calvo, Enrique. ‘Performances’. “El País” (9-VIII-2012) 27. La participación cívica en España es bipolar, con baja participación organizativa y grandes estallidos de protestas en la calle.
Vallespín, Ivanna. Cataluña fija el voluntariado como materia obligatoria en ESO. “El País”
Arroyo, Fernando. Subdesarrollo y Tercer Mundo. Cincel. Madrid. 1986. 136 pp.
Della Porta, Donatella; Diani, Mario. Los movimientos sociales. Trad. de Eduardo Romanos. CIS y UCM. Madrid. 2012. 433 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14.
Díaz-Salazar, Rafael. Redes de solidaridad internacional. Hoac. Madrid. 1996. Un estudio de las desigualdades Norte-Sur y las ONG más comprometidas.
Durán Heras, María Ángeles. Liberación y utopía. Akal. Madrid. 1982. 234 pp.
Ferrer, Sol. Vida y obra de Francisco Ferrer. Luis de Caralt. Barcelona. 1980. 286 pp. El jesuita español que más ayudó a la población pobre de la India.
Funes, María Jesús (ed.). A propósito de Tilly. Conflicto, poder y acción colectiva. CIS. Madrid. 2011. 350 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14. El estadounidense Charles Tilly (1929-2008) fue un famoso sociólogo de historia y política de los movimientos sociales.
Giddens, Anthony. Sociología. Alianza. Madrid. 1991 (1989). 846 pp.
Offe, Claus. Partidos políticos y nuevos movimientos sociales. Sistema. Madrid. 1988. 265 pp.
Roszak, Theodore. El movimiento de una contracultura. Kairós. Barcelona. 1981. 320 pp.
Artículos. Orden cronológico.
AA.VV. La cooperación al desarrollo. “Sistema”, nº 127-128 (IX-1995) 218 pp.
Huete Machado, Lola (texto); Moro, Sofía (fotos). Galería antisistema. “El País” Semanal 1797 (6-III-2011) 48-60. Reportaje sobre el 11 Foro Social Mundial de ONG ecologistas, feministas, pacifistas...
Angulo, Carmelo; Jiménez Araya, Tomás; Sotillo, José Ángel. Después de la crisis, ¿qué? “El País” (19-XII-2011) 29. Reivindican la necesidad de mantener la cooperación internacional de España. Sobre la crisis económica y su impacto en las ONG y la solidaridad internacional.
Esteve, Fernando. El 15-M, la esperanza del sistema. “El País” (9-VIII-2012) 23. Esteve defiende la importancia de los ‘indignados’ del movimiento 15-M, que significan una protesta desde dentro del sistema democrático para su reforma, y no un ataque contra este. Siguiendo la distinción establecida por Albert O. Hirschman en Salida, voz y lealtad, están a favor de la voz reformadora y no de la salida del sistema, hacia posiciones totalitarias antisistema.
Morán, Carmen; Limón, Raúl. Activismo efervescente. “El País” (9-VIII-2012) 26-27. Las protestas puntuales carecen de efectos a largo plazo si no se combinan con la participación organizada en la vida política y social.
Gil Calvo, Enrique. ‘Performances’. “El País” (9-VIII-2012) 27. La participación cívica en España es bipolar, con baja participación organizativa y grandes estallidos de protestas en la calle.
Vallespín, Ivanna. Cataluña fija el voluntariado como materia obligatoria en ESO. “El País”
feminismo
CONCEPTO.
El feminismo es un movimiento social que aboga por la igualdad de derechos de las mujeres respecto a los hombres.
HISTORIA DEL MOVIMIENTO FEMINISTA.
Dos grandes periodos: 1789-1914, 1914-hoy.
Hay dos grandes periodos en la historia del movimiento:
1) De 1789 a 1914. Fue un periodo de elaboración teórica, organización y comienzo de la lucha. Un momento esencial fue 1888, con la creación del Consejo Internacional de Mujeres (ICW), que ayudó a coordinar esfuerzos y fue una plataforma teórica y reivindicativa, generalmente con peticiones sociales (derecho de divorcio, control de natalidad, administración de los bienes propios, trabajo de la mujer, denuncia de la explotación laboral...).
2) A partir de 1914, con una intensificación después de 1945. Fue un periodo de grandes victorias legislativas y cotidianas, sobre todo con el derecho de voto, gracias a los efectos sociales liberalizadores de las dos guerras mundiales y la difusión de los ideales democráticos entre la población europea, americana y de los países descolonizados.
Antecedentes.
Desde los oscuros tiempos del matriarcado, en que se supone regía un sistema democrático y no autoritario, la mujer ha ocupado en la mayoría de los pueblos y civilizaciones una situación de dependencia y sometimiento respecto del hombre, en muchos órdenes de la existencia: jurídico, político, económico, educacional, etc. La mujer era explotada en el campo y en las casas, donde, junto al trabajo doméstico, trabajaba a menudo en tareas artesanales.
Ya en la Edad Media y el Renacimiento algunas escritoras abogaron por sus derechos, como Christine de Pisan (El libro de la ciudad de las mujeres, 1405).
Desde el siglo XVIII, el feminismo apareció como idea y se apoyó en las corrientes ilustrada, racionalista, liberal, utópica y romántica. El objetivo era obtener el derecho de las mujeres a ser libres e iguales a los hombres, basándose en que las mujeres eran tan racionales como los hombres.
Francia.
Las primeras mujeres que levantaron sus protestas fueron las francesas, en la época de la Revolución. Olympe de Gouges redactó un proyecto de los Derechos de la Mujer, en consonancia con la Declaración de Derechos del Hombre aprobada por el Parlamento, e inspirada por el pensamiento de Condorcet.
En la misma época revolucionaria se crearon numerosos clubes femeninos en Francia, aunque de un activismo más político que feminista. En 1792, Etta Palm acaudilló una delegación de clubes femeninos ante la Asamblea Legislativa, con la petición de obtener una reserva de puestos femeninos en los escalafones civiles y militares. Su petición fue rechazada y, durante el Terror, los clubes femeninos fueron cerrados por orden de Robespierre, además de ser desestimada su propuesta de igualdad política de ambos sexos. La revolución, sin embargo, dio un impulso decisivo a la lucha que se prolongaría a lo largo de la época contemporánea.
El movimiento resurgió hacia 1836 con la fundación del periódico la “Gazzete des Femmes”, editada por Mme. Herbinot de Mauchamps, en la que se volvían a reclamar los derechos políticos y jurídicos de las mujeres. En 1838 se pidió el sufragio para las mujeres, lo que repitió, en 1848, Emile Dechanel.
Durante la revolución de 1848 surgieron de nuevo los clubes femeninos, aunque más tarde, otra vez, fueron prohibidos. Varios grupos reclamaron la igualdad política, social y civil, y además exigieron la igualdad salarial y laboral.
Con la masiva industrialización y la urbanización, a mediados del siglo XIX, las mujeres comenzaron a abandonar su exclusiva dedicación al hogar y al campo para entrar como asalariadas en las fábricas, haciendo una ruinosa competencia a los hombres, por sus salarios más bajos, con las consiguientes protestas antifeministas de muchos trabajadores masculinos.
Con todo, la explotación laboral a que se vio sometida la mujer dio lugar a dos fenómenos liberadores:
- Se demostró que la mujer no era un mero objeto de adorno y que podía trabajar duramente, por lo que concitó una imagen de dignidad.
- Las mujeres trabajadoras relacionaron sus reivindicaciones laborales con las feministas, y desde esta época se mantiene una estrecha relación entre el feminismo y los movimientos obreros y de izquierda.
En 1868 resurgió el movimiento feminista en Francia. Marie Deraismes y León Richer iniciaron una campaña legal por los derechos femeninos, desde su periódico “Le Droit des Femmes”. Se llegó incluso a la formación de una asociación para la agitación legal y la propaganda activa en favor de sus ideales. Después de unos años de vida difícil el movimiento reapareció gracias a Richer, que organizó el I Congreso Feminista Internacional. Por su parte, Hubertine Auclert fundó la sociedad Le Suffrage des Femmes, relacionado con el movimiento socialista, que había hecho suyas las reivindicaciones feministas. En 1882 se unieron varias asociaciones feministas para organizar el II Congreso Feminista, siendo apoyadas por muchos intelectuales franceses como Víctor Hugo y Alexandre Dumas.
A lo largo de la primera mitad del siglo XX se sucedieron las luchas feministas en Francia, que culminaron en la concesión del voto en 1946, en la ola de libertad tras la ocupación nazi. Simone de Beauvoir influyó en el movimiento feminista de estos años, con su libro El segundo sexo (1949), donde denunció que la desigualdad de la mujer no se debía a la naturaleza sino a las costumbres y las leyes tradicionales.
EE UU.
El segundo país en plantear las reivindicaciones feministas fue EE UU. Ya en 1837 se inauguró la primera universidad femenina de Mount Holyoke, y se celebró en Nueva York la primera Convención nacional femenina contra la esclavitud, siendo el abolicionismo un factor clave en la aparición y consolidación del feminismo norteamericano: la reivindicación de la igualdad para los negros se hermanó con la misma reivindicación a favor de las mujeres.
En 1841 apareció el libro de Catherine Beecher Treatise of Domestic Economy, en el que la autora abogaba por un hogar más confortable para la mujer. Desde entonces comenzó una evolución en el equipamiento del hogar, que llegará a la revolución de los electrodomésticos en el siglo XX, sin la cual la emancipación de la mujer de las labores domésticas hubiera sido casi imposible.
En 1848 una nueva Convención, exclusivamente femenina, se organizó en Seneca Falls. Sus dos principales animadoras, Elizabeth Candy Stanton y Lucretia Mott, presentaron un proyecto de enmienda constitucional que, de haber sido aprobado por el Congreso, hubiera equiparado jurídicamente a ambos sexos.
En 1850 se organizó el I Congreso Nacional para los Derechos de la Mujer, en Worcester, que se repitió anualmente hasta 1860, al tiempo que había numerosas reuniones feministas en todo el país. Después de la guerra civil el movimiento se dividió entre las sufragistas y las que sólo reclamaban algunos derechos civiles.
En 1869 funcionaban dos asociaciones feministas, la Asociación Nacional del Sufragio Femenino dirigida por Harriet Stanton y Susan B. Anthony, y la Asociación Estadounidense del Sufragio Femenino dirigida por Lucy Stone, y a partir de 1870 se reforzó la lucha con manifestaciones a menudo violentas.
Fruto de todo ello fue la concesión del derecho de voto por el estado de Wyoming (1869), seguido por Colorado (1893) y luego Utah e Idaho. Las dos facciones, sufragista y de los derechos civiles, se unieron ante los nuevos acontecimientos bajo la dirección de la veterana luchadora Elizabeth Stanton. Su hija, Harriet Stanton, regresó de Gran Bretaña más tarde y fundó la Liga de Mujeres Independientes, que organizó la nueva forma de lucha a base de marchas femeninas y protestas callejeras de gran impacto público.
En 1920 una reforma de la Constitución admitió por fin la igualdad del voto para hombres y mujeres.
Reino Unido.
Las mujeres comenzaron a luchar por su libertad, primero de una manera individual, abogando por una reforma igualitaria de la educación y por sus derechos políticos y naturales. Así, Mary Wollstonecraft publicó en 1792 su A Vindication of the Rights of Women (Reivindicación de los derechos de las mujeres), que supuso el inicio del movimiento teórico a favor de las mujeres, con su petición de igualdad educativa, laboral y política.
El feminismo alcanzó verdadera fuerza a mediados del siglo XIX, con Barbara Leigh Smith, quien consiguió el apoyo del filósofo J. Stuart Mill, quien llegó a escribir un libro sobre la esclavitud femenina (The subjection of Women, 1869). Se creó un Comité del Sufragio Femenino (1866), que defendió con la acción las aspiraciones feministas y presentó al Parlamento unas peticiones igualitarias que fueron rechazadas.
En 1870, con el apoyo del diputado J. Bright, se consiguió el derecho de voto en los consejos escolares del reino. Siguieron varias victorias secundarias, hasta que, ante la imposibilidad de lograr el voto político, el movimiento se lanzó a la acción directa, por medio de la Women's Social and Political Union (WSPU, 1893), liderada en Gran Bretaña y EE UU por Emmeline Pankhurst, que organizó el movimiento como un ejército, con sus banderas, escarapelas, chapas, lemas, vestido blanco, periódicos, folletos...
Siguieron en 1906-1914 acciones polémicas y en ocasiones violentas, en favor de sus derechos y contra otros males sociales que afectaban a las mujeres, como el alcoholismo y la violencia conyugal. Aquellos años, hasta la I Guerra Mundial, fueron los más agitados de la historia del feminismo, que sufrió miles de encarcelamientos (el sistema opresor desarrolló la imagen de una sufragista agresiva con aspecto de solterona). El 8 de noviembre de 1910 una manifestación pacífica de 300 sufragistas fue reprimida violentamente por la policía, lo que enconó la lucha, sobre todo a partir de 1911: en pocos meses fueron incendiados seis edificios, atacadas dos estaciones ferroviarias, rotos buzones y escaparates, una huelga de hambre de 1913, etc., siempre dirigidos por E. Pankhurst, que fue detenida en 1913 tras la prohibición de la WSPU en Gran Bretaña, aunque consiguió escapar y llegar a EE UU, invitada por el presidente Wilson. A su regreso fue encarcelada otra vez, provocando nuevas protestas (como el acuchillamiento del cuadro de Velázquez La Venus del espejo).
La dirección del movimiento pasó a su hija, Christabel Pankhurst, desde su refugio en Francia. La inmensa aportación de las mujeres en la industria y los servicios durante la I Guerra Mundial llevó a darles el voto en 1919, sólo para las mayores de 30 años. Finalmente, en 1928 se obtuvo la plena igualdad del sufragio y elección.
España.
En España se retardó el movimiento feminista varios decenios. Sí existieron individualidades, como Concepción Arenal que defendieron ya en el siglo XIX la instrucción de la mujer y la protección del trabajo femenino. El movimiento feminista se limitó a las publicaciones periódicas escritas por mujeres, que se multiplicaron desde la revolución de 1868, pero sin organizarse como grupos.
En el siglo XX surgieron las primeras asociaciones: en 1920 La Mujer del Porvenir y la Progresiva Femenina, en Barcelona, y la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, en Madrid. Más tarde aparecieron en Madrid la Liga Española para el Progreso de la Mujer y la Sociedad Concepción Arenal, que se extendieron a toda España. Con la dictadura de Primo de Rivera algunas mujeres alcanzaron puestos en la Asamblea Nacional. En 1926 se creó en Madrid el Lyceum Club, de carácter feminista muy moderado (se le llamó el “club de las maridas”).
Con el advenimiento de la República, en 1931, se aprobaron el voto femenino y otras medidas favorables. Destacaron las feministas Victoria Kent y Margarita Nelken.
Después de la Guerra Civil el feminismo sufrió un retroceso, aunque sus conquistas legislativas no fueron puestas en entredicho. Sólo destacaron algunas mujeres aisladas: la condesa de Campo de Alange, María Aurelia Capmany, Lidia Falcón, etc. En la actualidad, tras la Transición a la democracia, habiendo alcanzado casi todos sus objetivos legales, apenas hay un movimiento feminista, subsumido dentro de otras organizaciones más amplias.
Otros países.
En Alemania el movimiento feminista fue tardío y poco activo. En 1865 se creó la Asociación General de Mujeres Alemanas y los socialistas reclamaron la igualdad de los sexos. Tras otras acciones en la segunda mitad del siglo XIX obtuvieron el derecho de voto al terminar la I Guerra Mundial.
En Italia el movimiento comenzó en las mismas fechas, con nombres como Anna Maria Mozzoni, Anna Kuliscioff, Argentina Altobelli. Se consiguió el sufragio en 1923 con Mussolini, aunque sólo era nominal por la falta de libertad política, y no fue efectivo hasta 1945.
En Latinoamérica surgieron organizaciones feministas en el siglo XX, como la Sociedad Protectora de la Mujer, en México (1904), que alcanzaron triunfos legislativos ya en los años 20.
Se consiguió el voto femenino en Nueva Zelanda en 1893 y en Finlandia en 1906 (aunque estaba bajo la férula rusa, aprobó no obstante el voto para la mujer, una excepción entonces en Europa). Los años 1920 vieron como el sufragio femenino se extendía a muchos países, en un proceso que se incrementó tras 1945, llegando en 1950 a más de cien países y destacaron por su importancia la URSS (1917), Turquía (1934), Japón (1945), India (1949), China (1949).
La actualidad.
En la actualidad la lucha femenina por la igualdad total del hombre y la mujer ha adquirido nuevo impulso en EE UU, Canadá, Reino Unido y Países Bajos, con el Movimiento de Liberación de la Mujer, que en 1970 contaba con más de medio millón de afiliadas. Destacan las líderes estadounidenses Betty Friedan, Leslye Russell, Ti-Grace Atkinson, Roxane Dumbar y Jo Freeman. Entre sus reivindicaciones se cuentan el aborto libre, la semana laboral de 20 horas, guarderías para los hijos e igualdad plena en todos los terrenos.
La ONU declaró 1975 como año internacional de la mujer y se logró celebrar un gran Congreso de la Mujer en México, en el que se aprobó un plan de acción para promover el ascenso social y personal de la mujer en todas las naciones del mundo. Le siguió otro Congreso de la Mujer en Pekín en 1996, en el que se aprobaron nuevas medidas.
En Escandinavia, en especial, los logros han sido importantes, con la práctica paridad en puestos políticos, igualdad de los hombres en los cuidados domésticos y de los hijos y en otras tareas tradicionalmente femeninas.
En España la democracia, desde 1975, ha roto los últimos obstáculos legales y los avances en la integración social y laboral han sido muy evidentes. Hay pocas asociaciones importantes, entre las que se puede mencionar Mujeres para la Democracia. Hay una Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado Español (pertenece a ella una Assemblea de Dones de Ciutat de Palma). Han aparecido instituciones públicas como el Instituto de la Mujer (con distintos nombres tras sendos cambios legislativos) con sus Planes para la Igualdad de Oportunidades de las Mujeres y sus tareas de estudio, investigación, asesoramiento, documentación, coordinación y cooperación a nivel internacional, nacional, autonómico y local, diálogo social, denuncia, impulso de servicios sociales y programas experimentales. Muchas instituciones como Comunidades Autónomas y Ayuntamientos tienen organismos específicos que promueven la integración femenina.
En el mundo actual, conseguidos los derechos básicos, se lucha por derechos más sutiles y contra injusticias menos patentes pero humillantes. A veces se cae en el “sexismo”, por exigir el poder para la mujer. En todo caso, la enorme pluralidad de propuestas y fines, de planteamientos ideológicos y de situaciones reales impide una unidad total del feminismo. El objetivo de la plena igualdad de la mujer, nunca alcanzado, ha sido cumplido de manera muy desigual en los diversos países del mundo.
Entre los obstáculos a los que se enfrenta, los de índole cultural poseen una especial significación. Por ejemplo, la pervivencia de esquemas de organización tribal en gran parte del continente africano o las particularidades culturales del mundo islámico o indio provocan grandes dificultades e incluso retrocesos, como se comprobó en 1997 en el Afganistán de los talibanes, donde se prohibió a las mujeres ejercer derechos como la educación universitaria y el trabajo fuera de casa. Destacaba la trágica situación de la mujer en Argelia, donde el movimiento fundamentalista islámico más radical declaró la guerra a las mujeres que se habían liberado de las ataduras ancestrales y que ejercían profesiones; las víctimas de esta violencia fueron miles, y muchas tuvieron que exiliarse ante las amenazas de muerte.
CONCLUSIONES.
El siglo XX ha sido sin duda el de la revolución política de la mujer y, en consecuencia, el de la transformación de la familia. El fenómeno comenzó con los movimientos sufragistas en EE UU y Europa y ha derivado hacia un mundo en el que existen ya algunas mujeres al frente de Estados y gobiernos (Margaret Thatcher, Benazir Butho, Bro H. Bruntland, Indira Gandhi). El ingreso de la mujer en el mundo del trabajo fue progresivo desde la I Guerra Mundial y se aceleró con la Segunda Guerra Mundial. Este proceso, unido a la aparición de la píldora anticonceptiva, provocó grandes transformaciones sociales que implicaron una vida sexual más abierta y una mayor independencia de la mujer. Esto ha hecho que también el concepto de familia haya sufrido modificaciones. Hoy en día existen diversas formas de interpretar el término familia aunque todavía prevalece el concepto más tradicional. La mayor independencia económica lograda por la mujer ha permitido, a su vez, una mayor dependencia familiar. Pero la igualdad laboral entre hombres y mujeres no ha sido sin embargo fácil, debido a las diferencias salariales que aún persisten y a formas sutiles de discriminación que la mujer ha debido afrontar en su masiva incorporación al mundo laboral. Sin embargo, hoy en día la presencia de la mujer crece y se afianza en todas las profesiones. Muchos partidos políticos, incluso, han debido ceder cuotas de poder a la mujer para ganar apoyo electoral. Pese a estos avances, persisten los problemas para la plena equiparación de la mujer en muchos países poco desarrollados, con costumbres ancestrales.
El feminismo es un movimiento social que aboga por la igualdad de derechos de las mujeres respecto a los hombres.
HISTORIA DEL MOVIMIENTO FEMINISTA.
Dos grandes periodos: 1789-1914, 1914-hoy.
Hay dos grandes periodos en la historia del movimiento:
1) De 1789 a 1914. Fue un periodo de elaboración teórica, organización y comienzo de la lucha. Un momento esencial fue 1888, con la creación del Consejo Internacional de Mujeres (ICW), que ayudó a coordinar esfuerzos y fue una plataforma teórica y reivindicativa, generalmente con peticiones sociales (derecho de divorcio, control de natalidad, administración de los bienes propios, trabajo de la mujer, denuncia de la explotación laboral...).
2) A partir de 1914, con una intensificación después de 1945. Fue un periodo de grandes victorias legislativas y cotidianas, sobre todo con el derecho de voto, gracias a los efectos sociales liberalizadores de las dos guerras mundiales y la difusión de los ideales democráticos entre la población europea, americana y de los países descolonizados.
Antecedentes.
Desde los oscuros tiempos del matriarcado, en que se supone regía un sistema democrático y no autoritario, la mujer ha ocupado en la mayoría de los pueblos y civilizaciones una situación de dependencia y sometimiento respecto del hombre, en muchos órdenes de la existencia: jurídico, político, económico, educacional, etc. La mujer era explotada en el campo y en las casas, donde, junto al trabajo doméstico, trabajaba a menudo en tareas artesanales.
Ya en la Edad Media y el Renacimiento algunas escritoras abogaron por sus derechos, como Christine de Pisan (El libro de la ciudad de las mujeres, 1405).
Desde el siglo XVIII, el feminismo apareció como idea y se apoyó en las corrientes ilustrada, racionalista, liberal, utópica y romántica. El objetivo era obtener el derecho de las mujeres a ser libres e iguales a los hombres, basándose en que las mujeres eran tan racionales como los hombres.
Francia.
Las primeras mujeres que levantaron sus protestas fueron las francesas, en la época de la Revolución. Olympe de Gouges redactó un proyecto de los Derechos de la Mujer, en consonancia con la Declaración de Derechos del Hombre aprobada por el Parlamento, e inspirada por el pensamiento de Condorcet.
En la misma época revolucionaria se crearon numerosos clubes femeninos en Francia, aunque de un activismo más político que feminista. En 1792, Etta Palm acaudilló una delegación de clubes femeninos ante la Asamblea Legislativa, con la petición de obtener una reserva de puestos femeninos en los escalafones civiles y militares. Su petición fue rechazada y, durante el Terror, los clubes femeninos fueron cerrados por orden de Robespierre, además de ser desestimada su propuesta de igualdad política de ambos sexos. La revolución, sin embargo, dio un impulso decisivo a la lucha que se prolongaría a lo largo de la época contemporánea.
El movimiento resurgió hacia 1836 con la fundación del periódico la “Gazzete des Femmes”, editada por Mme. Herbinot de Mauchamps, en la que se volvían a reclamar los derechos políticos y jurídicos de las mujeres. En 1838 se pidió el sufragio para las mujeres, lo que repitió, en 1848, Emile Dechanel.
Durante la revolución de 1848 surgieron de nuevo los clubes femeninos, aunque más tarde, otra vez, fueron prohibidos. Varios grupos reclamaron la igualdad política, social y civil, y además exigieron la igualdad salarial y laboral.
Con la masiva industrialización y la urbanización, a mediados del siglo XIX, las mujeres comenzaron a abandonar su exclusiva dedicación al hogar y al campo para entrar como asalariadas en las fábricas, haciendo una ruinosa competencia a los hombres, por sus salarios más bajos, con las consiguientes protestas antifeministas de muchos trabajadores masculinos.
Con todo, la explotación laboral a que se vio sometida la mujer dio lugar a dos fenómenos liberadores:
- Se demostró que la mujer no era un mero objeto de adorno y que podía trabajar duramente, por lo que concitó una imagen de dignidad.
- Las mujeres trabajadoras relacionaron sus reivindicaciones laborales con las feministas, y desde esta época se mantiene una estrecha relación entre el feminismo y los movimientos obreros y de izquierda.
En 1868 resurgió el movimiento feminista en Francia. Marie Deraismes y León Richer iniciaron una campaña legal por los derechos femeninos, desde su periódico “Le Droit des Femmes”. Se llegó incluso a la formación de una asociación para la agitación legal y la propaganda activa en favor de sus ideales. Después de unos años de vida difícil el movimiento reapareció gracias a Richer, que organizó el I Congreso Feminista Internacional. Por su parte, Hubertine Auclert fundó la sociedad Le Suffrage des Femmes, relacionado con el movimiento socialista, que había hecho suyas las reivindicaciones feministas. En 1882 se unieron varias asociaciones feministas para organizar el II Congreso Feminista, siendo apoyadas por muchos intelectuales franceses como Víctor Hugo y Alexandre Dumas.
A lo largo de la primera mitad del siglo XX se sucedieron las luchas feministas en Francia, que culminaron en la concesión del voto en 1946, en la ola de libertad tras la ocupación nazi. Simone de Beauvoir influyó en el movimiento feminista de estos años, con su libro El segundo sexo (1949), donde denunció que la desigualdad de la mujer no se debía a la naturaleza sino a las costumbres y las leyes tradicionales.
EE UU.
El segundo país en plantear las reivindicaciones feministas fue EE UU. Ya en 1837 se inauguró la primera universidad femenina de Mount Holyoke, y se celebró en Nueva York la primera Convención nacional femenina contra la esclavitud, siendo el abolicionismo un factor clave en la aparición y consolidación del feminismo norteamericano: la reivindicación de la igualdad para los negros se hermanó con la misma reivindicación a favor de las mujeres.
En 1841 apareció el libro de Catherine Beecher Treatise of Domestic Economy, en el que la autora abogaba por un hogar más confortable para la mujer. Desde entonces comenzó una evolución en el equipamiento del hogar, que llegará a la revolución de los electrodomésticos en el siglo XX, sin la cual la emancipación de la mujer de las labores domésticas hubiera sido casi imposible.
En 1848 una nueva Convención, exclusivamente femenina, se organizó en Seneca Falls. Sus dos principales animadoras, Elizabeth Candy Stanton y Lucretia Mott, presentaron un proyecto de enmienda constitucional que, de haber sido aprobado por el Congreso, hubiera equiparado jurídicamente a ambos sexos.
En 1850 se organizó el I Congreso Nacional para los Derechos de la Mujer, en Worcester, que se repitió anualmente hasta 1860, al tiempo que había numerosas reuniones feministas en todo el país. Después de la guerra civil el movimiento se dividió entre las sufragistas y las que sólo reclamaban algunos derechos civiles.
En 1869 funcionaban dos asociaciones feministas, la Asociación Nacional del Sufragio Femenino dirigida por Harriet Stanton y Susan B. Anthony, y la Asociación Estadounidense del Sufragio Femenino dirigida por Lucy Stone, y a partir de 1870 se reforzó la lucha con manifestaciones a menudo violentas.
Fruto de todo ello fue la concesión del derecho de voto por el estado de Wyoming (1869), seguido por Colorado (1893) y luego Utah e Idaho. Las dos facciones, sufragista y de los derechos civiles, se unieron ante los nuevos acontecimientos bajo la dirección de la veterana luchadora Elizabeth Stanton. Su hija, Harriet Stanton, regresó de Gran Bretaña más tarde y fundó la Liga de Mujeres Independientes, que organizó la nueva forma de lucha a base de marchas femeninas y protestas callejeras de gran impacto público.
En 1920 una reforma de la Constitución admitió por fin la igualdad del voto para hombres y mujeres.
Reino Unido.
Las mujeres comenzaron a luchar por su libertad, primero de una manera individual, abogando por una reforma igualitaria de la educación y por sus derechos políticos y naturales. Así, Mary Wollstonecraft publicó en 1792 su A Vindication of the Rights of Women (Reivindicación de los derechos de las mujeres), que supuso el inicio del movimiento teórico a favor de las mujeres, con su petición de igualdad educativa, laboral y política.
El feminismo alcanzó verdadera fuerza a mediados del siglo XIX, con Barbara Leigh Smith, quien consiguió el apoyo del filósofo J. Stuart Mill, quien llegó a escribir un libro sobre la esclavitud femenina (The subjection of Women, 1869). Se creó un Comité del Sufragio Femenino (1866), que defendió con la acción las aspiraciones feministas y presentó al Parlamento unas peticiones igualitarias que fueron rechazadas.
En 1870, con el apoyo del diputado J. Bright, se consiguió el derecho de voto en los consejos escolares del reino. Siguieron varias victorias secundarias, hasta que, ante la imposibilidad de lograr el voto político, el movimiento se lanzó a la acción directa, por medio de la Women's Social and Political Union (WSPU, 1893), liderada en Gran Bretaña y EE UU por Emmeline Pankhurst, que organizó el movimiento como un ejército, con sus banderas, escarapelas, chapas, lemas, vestido blanco, periódicos, folletos...
Siguieron en 1906-1914 acciones polémicas y en ocasiones violentas, en favor de sus derechos y contra otros males sociales que afectaban a las mujeres, como el alcoholismo y la violencia conyugal. Aquellos años, hasta la I Guerra Mundial, fueron los más agitados de la historia del feminismo, que sufrió miles de encarcelamientos (el sistema opresor desarrolló la imagen de una sufragista agresiva con aspecto de solterona). El 8 de noviembre de 1910 una manifestación pacífica de 300 sufragistas fue reprimida violentamente por la policía, lo que enconó la lucha, sobre todo a partir de 1911: en pocos meses fueron incendiados seis edificios, atacadas dos estaciones ferroviarias, rotos buzones y escaparates, una huelga de hambre de 1913, etc., siempre dirigidos por E. Pankhurst, que fue detenida en 1913 tras la prohibición de la WSPU en Gran Bretaña, aunque consiguió escapar y llegar a EE UU, invitada por el presidente Wilson. A su regreso fue encarcelada otra vez, provocando nuevas protestas (como el acuchillamiento del cuadro de Velázquez La Venus del espejo).
La dirección del movimiento pasó a su hija, Christabel Pankhurst, desde su refugio en Francia. La inmensa aportación de las mujeres en la industria y los servicios durante la I Guerra Mundial llevó a darles el voto en 1919, sólo para las mayores de 30 años. Finalmente, en 1928 se obtuvo la plena igualdad del sufragio y elección.
España.
En España se retardó el movimiento feminista varios decenios. Sí existieron individualidades, como Concepción Arenal que defendieron ya en el siglo XIX la instrucción de la mujer y la protección del trabajo femenino. El movimiento feminista se limitó a las publicaciones periódicas escritas por mujeres, que se multiplicaron desde la revolución de 1868, pero sin organizarse como grupos.
En el siglo XX surgieron las primeras asociaciones: en 1920 La Mujer del Porvenir y la Progresiva Femenina, en Barcelona, y la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, en Madrid. Más tarde aparecieron en Madrid la Liga Española para el Progreso de la Mujer y la Sociedad Concepción Arenal, que se extendieron a toda España. Con la dictadura de Primo de Rivera algunas mujeres alcanzaron puestos en la Asamblea Nacional. En 1926 se creó en Madrid el Lyceum Club, de carácter feminista muy moderado (se le llamó el “club de las maridas”).
Con el advenimiento de la República, en 1931, se aprobaron el voto femenino y otras medidas favorables. Destacaron las feministas Victoria Kent y Margarita Nelken.
Después de la Guerra Civil el feminismo sufrió un retroceso, aunque sus conquistas legislativas no fueron puestas en entredicho. Sólo destacaron algunas mujeres aisladas: la condesa de Campo de Alange, María Aurelia Capmany, Lidia Falcón, etc. En la actualidad, tras la Transición a la democracia, habiendo alcanzado casi todos sus objetivos legales, apenas hay un movimiento feminista, subsumido dentro de otras organizaciones más amplias.
Otros países.
En Alemania el movimiento feminista fue tardío y poco activo. En 1865 se creó la Asociación General de Mujeres Alemanas y los socialistas reclamaron la igualdad de los sexos. Tras otras acciones en la segunda mitad del siglo XIX obtuvieron el derecho de voto al terminar la I Guerra Mundial.
En Italia el movimiento comenzó en las mismas fechas, con nombres como Anna Maria Mozzoni, Anna Kuliscioff, Argentina Altobelli. Se consiguió el sufragio en 1923 con Mussolini, aunque sólo era nominal por la falta de libertad política, y no fue efectivo hasta 1945.
En Latinoamérica surgieron organizaciones feministas en el siglo XX, como la Sociedad Protectora de la Mujer, en México (1904), que alcanzaron triunfos legislativos ya en los años 20.
Se consiguió el voto femenino en Nueva Zelanda en 1893 y en Finlandia en 1906 (aunque estaba bajo la férula rusa, aprobó no obstante el voto para la mujer, una excepción entonces en Europa). Los años 1920 vieron como el sufragio femenino se extendía a muchos países, en un proceso que se incrementó tras 1945, llegando en 1950 a más de cien países y destacaron por su importancia la URSS (1917), Turquía (1934), Japón (1945), India (1949), China (1949).
La actualidad.
En la actualidad la lucha femenina por la igualdad total del hombre y la mujer ha adquirido nuevo impulso en EE UU, Canadá, Reino Unido y Países Bajos, con el Movimiento de Liberación de la Mujer, que en 1970 contaba con más de medio millón de afiliadas. Destacan las líderes estadounidenses Betty Friedan, Leslye Russell, Ti-Grace Atkinson, Roxane Dumbar y Jo Freeman. Entre sus reivindicaciones se cuentan el aborto libre, la semana laboral de 20 horas, guarderías para los hijos e igualdad plena en todos los terrenos.
La ONU declaró 1975 como año internacional de la mujer y se logró celebrar un gran Congreso de la Mujer en México, en el que se aprobó un plan de acción para promover el ascenso social y personal de la mujer en todas las naciones del mundo. Le siguió otro Congreso de la Mujer en Pekín en 1996, en el que se aprobaron nuevas medidas.
En Escandinavia, en especial, los logros han sido importantes, con la práctica paridad en puestos políticos, igualdad de los hombres en los cuidados domésticos y de los hijos y en otras tareas tradicionalmente femeninas.
En España la democracia, desde 1975, ha roto los últimos obstáculos legales y los avances en la integración social y laboral han sido muy evidentes. Hay pocas asociaciones importantes, entre las que se puede mencionar Mujeres para la Democracia. Hay una Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado Español (pertenece a ella una Assemblea de Dones de Ciutat de Palma). Han aparecido instituciones públicas como el Instituto de la Mujer (con distintos nombres tras sendos cambios legislativos) con sus Planes para la Igualdad de Oportunidades de las Mujeres y sus tareas de estudio, investigación, asesoramiento, documentación, coordinación y cooperación a nivel internacional, nacional, autonómico y local, diálogo social, denuncia, impulso de servicios sociales y programas experimentales. Muchas instituciones como Comunidades Autónomas y Ayuntamientos tienen organismos específicos que promueven la integración femenina.
En el mundo actual, conseguidos los derechos básicos, se lucha por derechos más sutiles y contra injusticias menos patentes pero humillantes. A veces se cae en el “sexismo”, por exigir el poder para la mujer. En todo caso, la enorme pluralidad de propuestas y fines, de planteamientos ideológicos y de situaciones reales impide una unidad total del feminismo. El objetivo de la plena igualdad de la mujer, nunca alcanzado, ha sido cumplido de manera muy desigual en los diversos países del mundo.
Entre los obstáculos a los que se enfrenta, los de índole cultural poseen una especial significación. Por ejemplo, la pervivencia de esquemas de organización tribal en gran parte del continente africano o las particularidades culturales del mundo islámico o indio provocan grandes dificultades e incluso retrocesos, como se comprobó en 1997 en el Afganistán de los talibanes, donde se prohibió a las mujeres ejercer derechos como la educación universitaria y el trabajo fuera de casa. Destacaba la trágica situación de la mujer en Argelia, donde el movimiento fundamentalista islámico más radical declaró la guerra a las mujeres que se habían liberado de las ataduras ancestrales y que ejercían profesiones; las víctimas de esta violencia fueron miles, y muchas tuvieron que exiliarse ante las amenazas de muerte.
CONCLUSIONES.
El siglo XX ha sido sin duda el de la revolución política de la mujer y, en consecuencia, el de la transformación de la familia. El fenómeno comenzó con los movimientos sufragistas en EE UU y Europa y ha derivado hacia un mundo en el que existen ya algunas mujeres al frente de Estados y gobiernos (Margaret Thatcher, Benazir Butho, Bro H. Bruntland, Indira Gandhi). El ingreso de la mujer en el mundo del trabajo fue progresivo desde la I Guerra Mundial y se aceleró con la Segunda Guerra Mundial. Este proceso, unido a la aparición de la píldora anticonceptiva, provocó grandes transformaciones sociales que implicaron una vida sexual más abierta y una mayor independencia de la mujer. Esto ha hecho que también el concepto de familia haya sufrido modificaciones. Hoy en día existen diversas formas de interpretar el término familia aunque todavía prevalece el concepto más tradicional. La mayor independencia económica lograda por la mujer ha permitido, a su vez, una mayor dependencia familiar. Pero la igualdad laboral entre hombres y mujeres no ha sido sin embargo fácil, debido a las diferencias salariales que aún persisten y a formas sutiles de discriminación que la mujer ha debido afrontar en su masiva incorporación al mundo laboral. Sin embargo, hoy en día la presencia de la mujer crece y se afianza en todas las profesiones. Muchos partidos políticos, incluso, han debido ceder cuotas de poder a la mujer para ganar apoyo electoral. Pese a estos avances, persisten los problemas para la plena equiparación de la mujer en muchos países poco desarrollados, con costumbres ancestrales.
pacifismo
CONCEPTO.
El pacifismo es la doctrina que preconiza el rechazo de la guerra en todas sus manifestaciones y se esfuerza por mantener la paz entre los pueblos.
HISTORIA DEL MOVIMIENTO PACIFISTA.
El cristianismo primitivo abogó por el pacifismo y la no resistencia violenta, aunque luego se desarrolló la teoría de la “guerra justa”. Hay tendencias religiosas que pregonan un pacifismo puro: cuaqueros, menonitas, testigos de Jehova. En el siglo XVI Erasmo y Vives criticaron el belicismo.
El pacifismo, la lucha contra la guerra, antes tarea de filósofos y reformadores sociales, se convirtió a principios del siglo XIX en objeto de controversia política para movilizar a la opinión pública, conmovida por las largas guerras napoleónicas. Este movimiento se originó con la Sociedad para la Paz, de Nueva York (New York Peace Society), fundada por David L. Dodge en 1815, que partiendo de bases religiosas condenó la guerra sin reserva alguna, mientras otras sociedades similares se creaban en Londres (1816), París (1821) y Ginebra (1830). El primer Congreso Internacional para la Paz se reunió en Londres (1843) con una orientación religiosa y radical, opuesta a todo servicio militar y a cualquier clase de apoyo a actividades militares. Se abogaba por la cooperación internacional, el progreso y la educación.
A fines del siglo XIX se produjo una revitalización del ideal pacifista, al hacerlo suyo los partidos socialistas y la mayoría de los anarquistas (Tolstoi, partidario de la “no-resistencia”), y los postulados religiosos dieron paso a una actitud más constructiva. La Oficina Internacional para la Paz se creó en Berna en 1892. Ante las continuas amenazas de guerra europea en aquellos años se realizaron numerosos esfuerzos pacifistas, como las dos Conferencias para la Paz en La Haya (1899 y 1907), en la primera de las cuales se acordó la constitución del Tribunal Permanente de Arbitraje.
La I Guerra Mundial significó un duro golpe para el pacifismo de los partidos socialistas y los intelectuales. La introducción del servicio militar obligatorio en EE UU y Reino Unido movilizó a muchas conciencias contra tal obligación. La innovación más importante que conllevó la guerra fue la Creación de la Sociedad de Naciones (SDN) como instrumento al servicio de la seguridad colectiva; no obstante, fue impotente para contener la amenaza de los poderes totalitarios. Contra un totalitarismo violento y expansionista el pacifismo resultaba poco eficaz y sólo envalentonaba aun más la agresividad fascista y nazi. Al mismo tiempo surgía la doctrina de la “resistencia no violenta” (Gandhi), desarrollada primero en la India y en otros puntos de conflictos nacionalistas y que se extendería más tarde a Occidente a las luchas contra el racismo y toda clase de injusticias y problemas sociales.
Después de la II Guerra Mundial, la ONU fue creada con este mismo fin, pero muy pronto se vio coartada por la división del mundo en bloques antagónicos. El movimiento pacifista conoció un nuevo auge a causa de la amenaza atómica, y propició el desarme, consiguió mejorar la condición de los objetores de conciencia en muchos países y se mostró muy activo en la denuncia de los conflictos promovidos por las grandes potencias. Destacaron entre los pacifistas el filósofo inglés Bertrand Russell, el físico soviético Sajarov y muchos intelectuales y científicos opuestos a la carrera del armamento nuclear.
La oposición a la guerra del Vietnam supuso un importante impulso del movimiento pacifista, especialmente entre la juventud universitaria de EE UU y Europa occidental, y se extendieron sus reclamaciones a la oposición al armamento nuclear y las organizaciones militares. Gran parte de sus postulados fueron los mismos de la Nueva Izquierda alternativa, un movimiento no unitario de pensamiento marxista heterodoxo, con pensadores como Marcuse, Sartre o Beauvoir
El pacifismo influye crecientemente en los programas políticos y entre los últimos grandes éxitos están los acuerdos de desarme nuclear (parcial) entre EE UU y la antigua URSS, en 1987-1988, firmados por Gorbachov y Reagan, profundizados en años posteriores. Debido a la presión de las ONG pacifistas se logró en Oslo, el 17 de septiembre de 1997, un extraordinario éxito al prohibir las minas antipersonales y en diciembre de 1997 se firmó en Ottawa un tratado internacional, por el que un centenar de países (faltan EE UU, Rusia, China, Iraq y otros), acuerdan prohibir en el 2002 la producción, almacenamiento, comercio y uso de minas antipersonales.
CONCLUSIONES.
Hay una división del pacifismo entre los “puros”, opuestos a todo medio violento, y los “políticos”, partidarios de unas fuerzas internacionales de paz que garanticen ésta y los derechos humanos, llegando a defender incluso el derecho de intervención en otros países (Somalia, Ruanda, Haití, Afganistán, Irak). Muchos llevan el pacifismo a la esfera familiar y a la misma relación Sociedad-Estado, oponiéndose a toda coerción, con la teoría de que unos medios violentos tendrán siempre consecuencias violentas.
Los movimientos actuales más representativos son los antinucleares y los aglutinantes de los objetores de conciencia contra el servicio militar, junto a los insumisos, que rechazan incluso el servicio civil sustitutorio.
Un peligro muy actual es la manipulación del movimiento pacifista por violentos grupos nacionalistas o radicales y los excesos de quienes no comparten verdaderamente los ideales pacifistas sino que sólo quieren rehuir todo compromiso ético con la sociedad o que se oponen no a la guerra en general sino a una en concreto (o a una determinada institución), empleando medios no pacifistas, pues estas desviaciones provocan el desprestigio y un rechazo social hacia los ideales pacifistas. Por ejemplo muchos objetores de conciencia de los grupos nacionalistas vascos más radicales criticaban el servicio militar en el ejército español y se oponían al militarismo, pero a la vez justificaban el asesinato de los oponentes políticos y el alistamiento en organizaciones terroristas.
El pacifismo es la doctrina que preconiza el rechazo de la guerra en todas sus manifestaciones y se esfuerza por mantener la paz entre los pueblos.
HISTORIA DEL MOVIMIENTO PACIFISTA.
El cristianismo primitivo abogó por el pacifismo y la no resistencia violenta, aunque luego se desarrolló la teoría de la “guerra justa”. Hay tendencias religiosas que pregonan un pacifismo puro: cuaqueros, menonitas, testigos de Jehova. En el siglo XVI Erasmo y Vives criticaron el belicismo.
El pacifismo, la lucha contra la guerra, antes tarea de filósofos y reformadores sociales, se convirtió a principios del siglo XIX en objeto de controversia política para movilizar a la opinión pública, conmovida por las largas guerras napoleónicas. Este movimiento se originó con la Sociedad para la Paz, de Nueva York (New York Peace Society), fundada por David L. Dodge en 1815, que partiendo de bases religiosas condenó la guerra sin reserva alguna, mientras otras sociedades similares se creaban en Londres (1816), París (1821) y Ginebra (1830). El primer Congreso Internacional para la Paz se reunió en Londres (1843) con una orientación religiosa y radical, opuesta a todo servicio militar y a cualquier clase de apoyo a actividades militares. Se abogaba por la cooperación internacional, el progreso y la educación.
A fines del siglo XIX se produjo una revitalización del ideal pacifista, al hacerlo suyo los partidos socialistas y la mayoría de los anarquistas (Tolstoi, partidario de la “no-resistencia”), y los postulados religiosos dieron paso a una actitud más constructiva. La Oficina Internacional para la Paz se creó en Berna en 1892. Ante las continuas amenazas de guerra europea en aquellos años se realizaron numerosos esfuerzos pacifistas, como las dos Conferencias para la Paz en La Haya (1899 y 1907), en la primera de las cuales se acordó la constitución del Tribunal Permanente de Arbitraje.
La I Guerra Mundial significó un duro golpe para el pacifismo de los partidos socialistas y los intelectuales. La introducción del servicio militar obligatorio en EE UU y Reino Unido movilizó a muchas conciencias contra tal obligación. La innovación más importante que conllevó la guerra fue la Creación de la Sociedad de Naciones (SDN) como instrumento al servicio de la seguridad colectiva; no obstante, fue impotente para contener la amenaza de los poderes totalitarios. Contra un totalitarismo violento y expansionista el pacifismo resultaba poco eficaz y sólo envalentonaba aun más la agresividad fascista y nazi. Al mismo tiempo surgía la doctrina de la “resistencia no violenta” (Gandhi), desarrollada primero en la India y en otros puntos de conflictos nacionalistas y que se extendería más tarde a Occidente a las luchas contra el racismo y toda clase de injusticias y problemas sociales.
Después de la II Guerra Mundial, la ONU fue creada con este mismo fin, pero muy pronto se vio coartada por la división del mundo en bloques antagónicos. El movimiento pacifista conoció un nuevo auge a causa de la amenaza atómica, y propició el desarme, consiguió mejorar la condición de los objetores de conciencia en muchos países y se mostró muy activo en la denuncia de los conflictos promovidos por las grandes potencias. Destacaron entre los pacifistas el filósofo inglés Bertrand Russell, el físico soviético Sajarov y muchos intelectuales y científicos opuestos a la carrera del armamento nuclear.
La oposición a la guerra del Vietnam supuso un importante impulso del movimiento pacifista, especialmente entre la juventud universitaria de EE UU y Europa occidental, y se extendieron sus reclamaciones a la oposición al armamento nuclear y las organizaciones militares. Gran parte de sus postulados fueron los mismos de la Nueva Izquierda alternativa, un movimiento no unitario de pensamiento marxista heterodoxo, con pensadores como Marcuse, Sartre o Beauvoir
El pacifismo influye crecientemente en los programas políticos y entre los últimos grandes éxitos están los acuerdos de desarme nuclear (parcial) entre EE UU y la antigua URSS, en 1987-1988, firmados por Gorbachov y Reagan, profundizados en años posteriores. Debido a la presión de las ONG pacifistas se logró en Oslo, el 17 de septiembre de 1997, un extraordinario éxito al prohibir las minas antipersonales y en diciembre de 1997 se firmó en Ottawa un tratado internacional, por el que un centenar de países (faltan EE UU, Rusia, China, Iraq y otros), acuerdan prohibir en el 2002 la producción, almacenamiento, comercio y uso de minas antipersonales.
CONCLUSIONES.
Hay una división del pacifismo entre los “puros”, opuestos a todo medio violento, y los “políticos”, partidarios de unas fuerzas internacionales de paz que garanticen ésta y los derechos humanos, llegando a defender incluso el derecho de intervención en otros países (Somalia, Ruanda, Haití, Afganistán, Irak). Muchos llevan el pacifismo a la esfera familiar y a la misma relación Sociedad-Estado, oponiéndose a toda coerción, con la teoría de que unos medios violentos tendrán siempre consecuencias violentas.
Los movimientos actuales más representativos son los antinucleares y los aglutinantes de los objetores de conciencia contra el servicio militar, junto a los insumisos, que rechazan incluso el servicio civil sustitutorio.
Un peligro muy actual es la manipulación del movimiento pacifista por violentos grupos nacionalistas o radicales y los excesos de quienes no comparten verdaderamente los ideales pacifistas sino que sólo quieren rehuir todo compromiso ético con la sociedad o que se oponen no a la guerra en general sino a una en concreto (o a una determinada institución), empleando medios no pacifistas, pues estas desviaciones provocan el desprestigio y un rechazo social hacia los ideales pacifistas. Por ejemplo muchos objetores de conciencia de los grupos nacionalistas vascos más radicales criticaban el servicio militar en el ejército español y se oponían al militarismo, pero a la vez justificaban el asesinato de los oponentes políticos y el alistamiento en organizaciones terroristas.
ecologismo
CONCEPTO.
El ecologismo es el conjunto de ideas, teorías, acciones prácticas y organizaciones que tienden a sensibilizar a la opinión pública acerca de los peligros y efectos negativos que implica la explotación sistemática y desordenada del medio natural.
HISTORIA DEL MOVIMIENTO ECOLOGISTA.
El ecologismo constituye un fenómeno característico de las sociedades más desarrolladas del siglo XX. El ecologismo valora el respeto al medio natural como elemento fundamental del desarrollo humano y social; y tiene una conciencia y preocupación intensas con respecto a los hechos y problemas que plantea la ecología.
Antecedentes: la defensa de los pájaros.
Antecedentes del ecologismo pueden encontrarse en los movimientos “preservacionistas” americanos y británicos de finales del siglo XIX, que impulsaron la creación de los parques nacionales en EE UU y África. Destaca la Real Sociedad para la protección de las Aves (RSPB) de Reino Unido, hoy con más de 700.000 socios, seguida por movimientos más minoritarios en Francia, Alemania... unidos en 1922 en el Consejo Internacional para la Protección de las Aves (ICPB). Hasta los años 1970 la defensa de las aves fue el principal factor de unión de los ecologistas. En estos movimientos se formaron los activistas que luego proliferaron por todo el mundo. El primer movimiento que se denominó a sí mismo ecologista fue el Ecology Action, fundado en 1968 en la universidad de Berkeley por Cliff Humphrey, con muchos miembros provenientes del movimiento de los derechos civiles y de oposición a la guerra del Vietnam.
En España la primera asociación afiliada a la ICPB fue la Sociedad Española de Ornitología (SEO), en 1954. Particularmente intenso es el movimiento en Cataluña. En 1978 se fundó la Coordinadora de Organizaciones para la Defensa Ambiental (CODA), en la que se integraron 160 asociaciones ecologistas.
El ecologismo como ideología.
Havelock y su teoría del planeta como un organismo vivo, Gaia, ilustran un profundo cambio ideológico desde los años 60, cuando se tomó conciencia del deterioro ambiental planetario. La bióloga estadounidense Rachel L. Carson (1907-1964) escribió un libro esencial, Silent Spring (Primavera silenciosa, 1962), donde explicaba la contaminación en cadena que provocaban los productos químicos (sobre todo insecticidas), lo que alertó a las clases medias de que los efectos de la contaminación podían afectar a la gente. Desde este momento el movimiento ecologista se engrosó con nuevos adeptos.
El Club de Roma, fundado en 1968, ha elaborado informes sobre los principales asuntos del mundo actual que han tenido un enorme impacto en la opinión pública. Los principales son la contaminación del aire y los océanos, el desarrollo y el subdesarrollo económico, el excesivo crecimiento y el envejecimiento de la población, el agotamiento de los recursos naturales, la descohesión social, los flujo financieros descontrolados, el trabajo precario y mal pagado.
Desde 1972 aumentó la conciencia de la grave amenaza para la Humanidad que constituye la agresión medioambiental. En la Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente de Estocolmo (1972) se aprobó el Plan de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sus apéndices de planes de acción para la protección de mares regionales, como el Mediterráneo.
Organizaciones ecologistas.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), engloba las organizaciones ecologistas más importantes a nivel mundial, como Greenpeace (fundada en 1972 en Vancouver y presidida hasta 1996 por el español Xavier Pastor; la World Wildlife Found (WWF), fundado en 1961 para recaudar fondos en defensa de la vida salvaje; Friends of the Earth, fundada en 1969 y extendida por muchos países.
En España surgió la Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental (CODA), que contaba hacia 1990 con 160 asociaciones y un total de 50.000 socios. Destaca la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (ADENA), fundada en 1968 por ecologistas como Félix Rodríguez de la Fuente, como sección española de la WWF. Descuella en Baleares el Grupo Ornitológico Balear (GOB) desde 1973. La consolidación del ecologismo fue manifiesta desde la restauración de la democracia en 1976: sólo en los años 80 se crearon más de 300 grupos ecologistas, especializados a nivel local o por temas (anti centrales nucleares, anti presas hidráulicas...).
Son importantes las instituciones de estudios como el Worldwatch Institute, presidido por Lester R. Brown, con sus informes anuales, participan del proceso de concienciación.
Los ecologistas y la política.
Partidos políticos ecologistas son el Green Party (Gran Bretaña, 1973), Die Grünen (Alemania, 1979), con fuerte presencia parlamentaria, Les Verts (Francia, 1982), Lista Verde (Italia, 1984), Los Verdes (España, 1983). Pero durante mucho tiempo no fueron grupos homogéneos y al amparo de esta división menudearon en los años 80 los grupúsculos falsamente ecologistas con aspiraciones sólo electoralistas —eran grupos que comprendían desde los fascistas hasta los radicales de izquierda—, aunque la madurez política ha decantado finalmente en los años 90 a los partidos más sólidos ideológicamente y forzado a la unión electoral en coaliciones.
La postura del ecologismo ante la política ha supuesto una doble fractura del movimiento:
- Por un lado la posición de no estructurarse como organizaciones políticas, renunciando a la participación electoral, y manteniendo una independencia ante el Estado.
- Por otro lado, la postura de participar electoralmente, bajo la bandera de los Verdes o Ecologistas, con dos variantes:
1) Radicalizar las reclamaciones y actuar como un factor de estímulo, concienciación y crítica, sin compromisos ni pactos (los fundis, fundamentalistas de Alemania).
2) La aceptación del pacto con otros partidos, como una forma de lograr inmediatos éxitos en la política de medio ambiente (los realos, realistas de Alemania).
Estas dos variantes han supuesto que en muchos países el movimiento ecologista haya concurrido dividido a las urnas y ha limitado su presencia política.
Desde los años 90 y sobre todo a principios del siglo XXI es constante la coalición preelectoral (Francia) o postelectoral (Alemania) de los Verdes con otras formaciones progresistas, lo que ha ampliado mucho la aplicación de las tesis ecologistas: interrupción del desarrollo de centrales nucleares, canales y presas, fábricas contaminantes; reciclaje integral de residuos...
CONCLUSIONES.
Se han logrado progresos importantes: la concienciación antinuclear (las grandes manifestaciones de 1979 a nivel mundial), el Programa de la ONU sobre el Medio Ambiente (PNUMA), la Convención de París (1989), que limitó la explotación de la Antártida, la cumbre de Río de Janeiro, con un tratado internacional sobre varios puntos, la Convención de Londres (1993), que ha prohibido el vertido de residuos radiactivos e industriales al mar, así como ha vetado su incineración; la cumbre del Medio Ambiente de Kioto (1997), con sus acuerdos internacionales; las normativas y procesos industriales para la gestión integral de residuos, tanto a nivel nacional como de la Unión Europea; la creación de instituciones especializadas para defender el medio ambiente como ministerios o secretarías de Estado; la creación de parques naturales, etc.
Pero lo más importante, en definitiva, es el triunfo de los valores ecologistas. Hoy casi todos los partidos tienen apartados de defensa del medio ambiente en sus programas y se está consiguiendo que sean aplicados en gran medida, aunque sea con el compromiso de la tesis del “desarrollo sostenible”. Una excepción en esta dinámica es el Partido Republicano estadounidense, que empujado por el Tea Party se ha escorado a principios del siglo XXI hacia una negación de la amenaza al medio ambiente. Pero la gran mayoría de la sociedad mundial acepta ahora que la naturaleza debe conservarse, para legarla a las futuras generaciones de la Humanidad.
BIBLIOGRAFÍA.
Libros.
Arroyo, Fernando. Subdesarrollo y Tercer Mundo. Cincel. Madrid. 1986. 136 pp.
Camps, Victoria. El siglo de las mujeres. Cátedra. Madrid. 1998. 139 pp. Temas de ética y sociología sobre la condición actual y futura de la mujer.
Carson, Rachel. Primavera silenciosa. Luis de Caralt. Barcelona. 1964. 344 pp. Silent Spring. Houghton Mifflin Harcourt Pub. Boston. 2002 (1ª 1962). 378 pp. Uno de los textos ecologistas más influyentes.
Cruz, Humberto da. Ecología y sociedad alternativa. Miraguano. Madrid. 1986 (1979). 96 pp.
Della Porta, Donatella; Diani, Mario. Los movimientos sociales. Trad. de Eduardo Romanos. CIS y UCM. Madrid. 2012. 433 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14.
Díaz del Corral, Eulogio. Historia del pensamiento pacifista y no-violento contemporáneo. Hogar del Libro. Barcelona. 1987. 157 pp.
Díaz-Salazar, Rafael. Redes de solidaridad internacional. Hoac. Madrid. 1996. Un estudio de las desigualdades Norte-Sur y las ONG más comprometidas.
Dickson, David. Tecnología alternativa. Blume. Madrid. 1978. 200 pp.
Durán Heras, María Ángeles. Liberación y utopía. Akal. Madrid. 1982. 234 pp.
Funes, María Jesús (ed.). A propósito de Tilly. Conflicto, poder y acción colectiva. CIS. Madrid. 2011. 350 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14. El estadounidense Charles Tilly (1929-2008) fue un famoso sociólogo de historia y política de los movimientos sociales.
Giddens, Anthony. Sociología. Alianza. Madrid. 1991 (1989). 846 pp.
Lederach, Jean Paul. Educar para la paz. Fontamara. Barcelona. 1994 (1984). Es una recopilación de fichas para el trabajo didáctico.
Lederach, Jean Paul. El Abecé de la paz y los conflictos. Educación para la paz. Catarata. Madrid, 2000. Fichas.
Lemkow, Louis; Buttel, Frederick. Los movimientos ecologistas. Alhambra. Madrid. 1983. 121 pp.
Michel, Andrée. El feminismo. Col. 'Breviarios” nº 279. FCE. México. 1983. 152 pp.
Offe, Claus. Partidos políticos y nuevos movimientos sociales. Sistema. Madrid. 1988. 265 pp.
Roszak, Theodore. El movimiento de una contracultura. Kairós. Barcelona. 1981. 320 pp.
Simonet, Dominique. El ecologismo. Gedisa. Madrid. 1983. 198 pp.
Wilson, Andrew. Manual del pacifista. Debate. Madrid. 1984. 344 pp.
Artículos. Orden cronológico.
AA.VV. La cooperación al desarrollo. “Sistema”, nº 127-128 (IX-1995) 218 pp.
AA.VV. Medio ambiente: un futuro de incertidumbres. Número especial de “Revista de Occidente” nº 194-195 (julio-agosto 1997). Xavier Pastor. La sociedad organizada en defensa del medio ambiente. 128-142.
Huete Machado, Lola (texto); Moro, Sofía (fotos). Galería antisistema. “El País” Semanal 1797 (6-III-2011) 48-60. Reportaje sobre el 11 Foro Social Mundial de ONG ecologistas, feministas, pacifistas...
Angulo, Carmelo; Jiménez Araya, Tomás; Sotillo, José Ángel. Después de la crisis, ¿qué? “El País” (19-XII-2011) 29. Reivindican la necesidad de mantener la cooperación internacional de España. Sobre la crisis económica y su impacto en las ONG y la solidaridad internacional.
Esteve, Fernando. El 15-M, la esperanza del sistema. “El País” (9-VIII-2012) 23. Esteve defiende la importancia de los ‘indignados’ del movimiento 15-M, que significan una protesta desde dentro del sistema democrático para su reforma, y no un ataque contra este. Siguiendo la distinción establecida por Albert O. Hirschman en Salida, voz y lealtad, están a favor de la voz reformadora y no de la salida del sistema, hacia posiciones totalitarias antisistema.
Morán, Carmen; Limón, Raúl. Activismo efervescente. “El País” (9-VIII-2012) 26-27. Las protestas puntuales carecen de efectos a largo plazo si no se combinan con la participación organizada en la vida política y social.
Gil Calvo, Enrique. ‘Performances’. “El País” (9-VIII-2012) 27. La participación cívica en España es bipolar, con baja participación organizativa y grandes estallidos de protestas en la calle.
El ecologismo es el conjunto de ideas, teorías, acciones prácticas y organizaciones que tienden a sensibilizar a la opinión pública acerca de los peligros y efectos negativos que implica la explotación sistemática y desordenada del medio natural.
HISTORIA DEL MOVIMIENTO ECOLOGISTA.
El ecologismo constituye un fenómeno característico de las sociedades más desarrolladas del siglo XX. El ecologismo valora el respeto al medio natural como elemento fundamental del desarrollo humano y social; y tiene una conciencia y preocupación intensas con respecto a los hechos y problemas que plantea la ecología.
Antecedentes: la defensa de los pájaros.
Antecedentes del ecologismo pueden encontrarse en los movimientos “preservacionistas” americanos y británicos de finales del siglo XIX, que impulsaron la creación de los parques nacionales en EE UU y África. Destaca la Real Sociedad para la protección de las Aves (RSPB) de Reino Unido, hoy con más de 700.000 socios, seguida por movimientos más minoritarios en Francia, Alemania... unidos en 1922 en el Consejo Internacional para la Protección de las Aves (ICPB). Hasta los años 1970 la defensa de las aves fue el principal factor de unión de los ecologistas. En estos movimientos se formaron los activistas que luego proliferaron por todo el mundo. El primer movimiento que se denominó a sí mismo ecologista fue el Ecology Action, fundado en 1968 en la universidad de Berkeley por Cliff Humphrey, con muchos miembros provenientes del movimiento de los derechos civiles y de oposición a la guerra del Vietnam.
En España la primera asociación afiliada a la ICPB fue la Sociedad Española de Ornitología (SEO), en 1954. Particularmente intenso es el movimiento en Cataluña. En 1978 se fundó la Coordinadora de Organizaciones para la Defensa Ambiental (CODA), en la que se integraron 160 asociaciones ecologistas.
El ecologismo como ideología.
Havelock y su teoría del planeta como un organismo vivo, Gaia, ilustran un profundo cambio ideológico desde los años 60, cuando se tomó conciencia del deterioro ambiental planetario. La bióloga estadounidense Rachel L. Carson (1907-1964) escribió un libro esencial, Silent Spring (Primavera silenciosa, 1962), donde explicaba la contaminación en cadena que provocaban los productos químicos (sobre todo insecticidas), lo que alertó a las clases medias de que los efectos de la contaminación podían afectar a la gente. Desde este momento el movimiento ecologista se engrosó con nuevos adeptos.
El Club de Roma, fundado en 1968, ha elaborado informes sobre los principales asuntos del mundo actual que han tenido un enorme impacto en la opinión pública. Los principales son la contaminación del aire y los océanos, el desarrollo y el subdesarrollo económico, el excesivo crecimiento y el envejecimiento de la población, el agotamiento de los recursos naturales, la descohesión social, los flujo financieros descontrolados, el trabajo precario y mal pagado.
Desde 1972 aumentó la conciencia de la grave amenaza para la Humanidad que constituye la agresión medioambiental. En la Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente de Estocolmo (1972) se aprobó el Plan de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sus apéndices de planes de acción para la protección de mares regionales, como el Mediterráneo.
Organizaciones ecologistas.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), engloba las organizaciones ecologistas más importantes a nivel mundial, como Greenpeace (fundada en 1972 en Vancouver y presidida hasta 1996 por el español Xavier Pastor; la World Wildlife Found (WWF), fundado en 1961 para recaudar fondos en defensa de la vida salvaje; Friends of the Earth, fundada en 1969 y extendida por muchos países.
En España surgió la Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental (CODA), que contaba hacia 1990 con 160 asociaciones y un total de 50.000 socios. Destaca la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (ADENA), fundada en 1968 por ecologistas como Félix Rodríguez de la Fuente, como sección española de la WWF. Descuella en Baleares el Grupo Ornitológico Balear (GOB) desde 1973. La consolidación del ecologismo fue manifiesta desde la restauración de la democracia en 1976: sólo en los años 80 se crearon más de 300 grupos ecologistas, especializados a nivel local o por temas (anti centrales nucleares, anti presas hidráulicas...).
Son importantes las instituciones de estudios como el Worldwatch Institute, presidido por Lester R. Brown, con sus informes anuales, participan del proceso de concienciación.
Los ecologistas y la política.
Partidos políticos ecologistas son el Green Party (Gran Bretaña, 1973), Die Grünen (Alemania, 1979), con fuerte presencia parlamentaria, Les Verts (Francia, 1982), Lista Verde (Italia, 1984), Los Verdes (España, 1983). Pero durante mucho tiempo no fueron grupos homogéneos y al amparo de esta división menudearon en los años 80 los grupúsculos falsamente ecologistas con aspiraciones sólo electoralistas —eran grupos que comprendían desde los fascistas hasta los radicales de izquierda—, aunque la madurez política ha decantado finalmente en los años 90 a los partidos más sólidos ideológicamente y forzado a la unión electoral en coaliciones.
La postura del ecologismo ante la política ha supuesto una doble fractura del movimiento:
- Por un lado la posición de no estructurarse como organizaciones políticas, renunciando a la participación electoral, y manteniendo una independencia ante el Estado.
- Por otro lado, la postura de participar electoralmente, bajo la bandera de los Verdes o Ecologistas, con dos variantes:
1) Radicalizar las reclamaciones y actuar como un factor de estímulo, concienciación y crítica, sin compromisos ni pactos (los fundis, fundamentalistas de Alemania).
2) La aceptación del pacto con otros partidos, como una forma de lograr inmediatos éxitos en la política de medio ambiente (los realos, realistas de Alemania).
Estas dos variantes han supuesto que en muchos países el movimiento ecologista haya concurrido dividido a las urnas y ha limitado su presencia política.
Desde los años 90 y sobre todo a principios del siglo XXI es constante la coalición preelectoral (Francia) o postelectoral (Alemania) de los Verdes con otras formaciones progresistas, lo que ha ampliado mucho la aplicación de las tesis ecologistas: interrupción del desarrollo de centrales nucleares, canales y presas, fábricas contaminantes; reciclaje integral de residuos...
CONCLUSIONES.
Se han logrado progresos importantes: la concienciación antinuclear (las grandes manifestaciones de 1979 a nivel mundial), el Programa de la ONU sobre el Medio Ambiente (PNUMA), la Convención de París (1989), que limitó la explotación de la Antártida, la cumbre de Río de Janeiro, con un tratado internacional sobre varios puntos, la Convención de Londres (1993), que ha prohibido el vertido de residuos radiactivos e industriales al mar, así como ha vetado su incineración; la cumbre del Medio Ambiente de Kioto (1997), con sus acuerdos internacionales; las normativas y procesos industriales para la gestión integral de residuos, tanto a nivel nacional como de la Unión Europea; la creación de instituciones especializadas para defender el medio ambiente como ministerios o secretarías de Estado; la creación de parques naturales, etc.
Pero lo más importante, en definitiva, es el triunfo de los valores ecologistas. Hoy casi todos los partidos tienen apartados de defensa del medio ambiente en sus programas y se está consiguiendo que sean aplicados en gran medida, aunque sea con el compromiso de la tesis del “desarrollo sostenible”. Una excepción en esta dinámica es el Partido Republicano estadounidense, que empujado por el Tea Party se ha escorado a principios del siglo XXI hacia una negación de la amenaza al medio ambiente. Pero la gran mayoría de la sociedad mundial acepta ahora que la naturaleza debe conservarse, para legarla a las futuras generaciones de la Humanidad.
BIBLIOGRAFÍA.
Libros.
Arroyo, Fernando. Subdesarrollo y Tercer Mundo. Cincel. Madrid. 1986. 136 pp.
Camps, Victoria. El siglo de las mujeres. Cátedra. Madrid. 1998. 139 pp. Temas de ética y sociología sobre la condición actual y futura de la mujer.
Carson, Rachel. Primavera silenciosa. Luis de Caralt. Barcelona. 1964. 344 pp. Silent Spring. Houghton Mifflin Harcourt Pub. Boston. 2002 (1ª 1962). 378 pp. Uno de los textos ecologistas más influyentes.
Cruz, Humberto da. Ecología y sociedad alternativa. Miraguano. Madrid. 1986 (1979). 96 pp.
Della Porta, Donatella; Diani, Mario. Los movimientos sociales. Trad. de Eduardo Romanos. CIS y UCM. Madrid. 2012. 433 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14.
Díaz del Corral, Eulogio. Historia del pensamiento pacifista y no-violento contemporáneo. Hogar del Libro. Barcelona. 1987. 157 pp.
Díaz-Salazar, Rafael. Redes de solidaridad internacional. Hoac. Madrid. 1996. Un estudio de las desigualdades Norte-Sur y las ONG más comprometidas.
Dickson, David. Tecnología alternativa. Blume. Madrid. 1978. 200 pp.
Durán Heras, María Ángeles. Liberación y utopía. Akal. Madrid. 1982. 234 pp.
Funes, María Jesús (ed.). A propósito de Tilly. Conflicto, poder y acción colectiva. CIS. Madrid. 2011. 350 pp. Reseña de Gil Calvo, Enrique. Masas que protestan. “El País” Babelia 1.083 (25-VIII-2012) 14. El estadounidense Charles Tilly (1929-2008) fue un famoso sociólogo de historia y política de los movimientos sociales.
Giddens, Anthony. Sociología. Alianza. Madrid. 1991 (1989). 846 pp.
Lederach, Jean Paul. Educar para la paz. Fontamara. Barcelona. 1994 (1984). Es una recopilación de fichas para el trabajo didáctico.
Lederach, Jean Paul. El Abecé de la paz y los conflictos. Educación para la paz. Catarata. Madrid, 2000. Fichas.
Lemkow, Louis; Buttel, Frederick. Los movimientos ecologistas. Alhambra. Madrid. 1983. 121 pp.
Michel, Andrée. El feminismo. Col. 'Breviarios” nº 279. FCE. México. 1983. 152 pp.
Offe, Claus. Partidos políticos y nuevos movimientos sociales. Sistema. Madrid. 1988. 265 pp.
Roszak, Theodore. El movimiento de una contracultura. Kairós. Barcelona. 1981. 320 pp.
Simonet, Dominique. El ecologismo. Gedisa. Madrid. 1983. 198 pp.
Wilson, Andrew. Manual del pacifista. Debate. Madrid. 1984. 344 pp.
Artículos. Orden cronológico.
AA.VV. La cooperación al desarrollo. “Sistema”, nº 127-128 (IX-1995) 218 pp.
AA.VV. Medio ambiente: un futuro de incertidumbres. Número especial de “Revista de Occidente” nº 194-195 (julio-agosto 1997). Xavier Pastor. La sociedad organizada en defensa del medio ambiente. 128-142.
Huete Machado, Lola (texto); Moro, Sofía (fotos). Galería antisistema. “El País” Semanal 1797 (6-III-2011) 48-60. Reportaje sobre el 11 Foro Social Mundial de ONG ecologistas, feministas, pacifistas...
Angulo, Carmelo; Jiménez Araya, Tomás; Sotillo, José Ángel. Después de la crisis, ¿qué? “El País” (19-XII-2011) 29. Reivindican la necesidad de mantener la cooperación internacional de España. Sobre la crisis económica y su impacto en las ONG y la solidaridad internacional.
Esteve, Fernando. El 15-M, la esperanza del sistema. “El País” (9-VIII-2012) 23. Esteve defiende la importancia de los ‘indignados’ del movimiento 15-M, que significan una protesta desde dentro del sistema democrático para su reforma, y no un ataque contra este. Siguiendo la distinción establecida por Albert O. Hirschman en Salida, voz y lealtad, están a favor de la voz reformadora y no de la salida del sistema, hacia posiciones totalitarias antisistema.
Morán, Carmen; Limón, Raúl. Activismo efervescente. “El País” (9-VIII-2012) 26-27. Las protestas puntuales carecen de efectos a largo plazo si no se combinan con la participación organizada en la vida política y social.
Gil Calvo, Enrique. ‘Performances’. “El País” (9-VIII-2012) 27. La participación cívica en España es bipolar, con baja participación organizativa y grandes estallidos de protestas en la calle.
material complementario:
El cambio social
Vivimos en una sociedad, la capitalista, democrática y occidental, que genera dentro de sí ciertos cambios. Casi se podría decir que está permanentemente en transformación, y que estos cambios son muy rápidos, y hasta cierto punto definitivos. Un vicio del que no están exentos ni los sociólogos, ni los historiadores, ni los periodistas, ni nadie que se dedique a observar la sociedad es el de pensar que vivimos la época más decisiva de la historia de la humanidad, o la más catastrófica.
Se tiende a creer que las sociedades antiguas cambian poco, pero esta es una apreciación, sin duda, fruto de la ignorancia a cerca de ellas. Probablemente ocurra lo contrario. Vivimos en una sociedad muy organizada, con un nivel económico alto, muchos servicios y muchos derechos que queremos conservar a toda costa, aún por encima de las modas y los cambios a corto plazo. Tendemos a ser más conservadores.
Teorías del cambio social
Los cambios sociales e históricos han venido siendo estudiados por todos los filósofos. En el siglo XVIII Comte inventó el término sociología para referirse a la ciencia que estudia la sociedad, sus comportamientos y costumbres. Desde entonces se han aplicado diversos cuerpos ideológicos al análisis de la sociedad.
Las teorías evolucionistas
Desde una óptica simplificada de las teorías sobre la evolución de Darwin, sociológicos como Herbert Spencer y Lewis Henry Morgan aplicaron la teoría de la selección natural a las sociedades, según la cual sobrevivían las más fuertes y organizadas.
Estas teorías, durante el siglo XIX, justificaron el colonialismo y el triunfo del capitalismo.
Las teorías marxistas
Las teorías marxistas también están vinculadas al evolucionismo, pero se centraban más en los mecanismos del cambio y la revolución, fijándose más en los factores socioeconómicos que en los culturales, ideológicos y organizativos. Frecuentemente se le ha acusado de lineal y finalista.
Las teorías funcionalistas
En las teorías funcionalistas encontramos a sociólogos como Emile Durkheim o Bronislav Malinowski. Se busca el origen de los cambios sociales en fenómenos contemporáneos a los mismos, despreciando la historia y cuantificando los hechos para determinar su importancia. Es la teoría más aceptada, ya que configura la visión de la sociedad de consumo de masas, y utiliza la estadística como paradigma.
Pero, probablemente, el cuerpo teórico y dogmático que anima a la mayor parte de los sociólogos e historiadores es la creencia en el fin de las ideologías, el agotamiento y el cansancio, incluso la muerte, de los grandes sistemas ideológicos, sin darse cuenta de que la ideología siempre existe y que quien hace dejación de ella asume la ideología dominante acríticamente. Se asume, así, una ideología transmitida por los medios de comunicación y la educación, y que tiende a ser estática. Por eso conviene estudiar sistemas diferentes, que son los que promueven el cambio social. Entre estas ideologías diferentes están el feminismo, el pacifismo y el ecologismo, que son las más pujantes, junto con los movimientos antiglobalización.
Estas ideologías se caracterizan por no estar dentro de los parlamentos, y ni siquiera están constituidas en partidos políticos, son las ideologías alternativas. Sin embargo, todas ellas tienen una gran fuerza dentro de la sociedad, crean opinión y promueven posturas positivas en su favor. Poco a poco impregnan los discursos de todos los partidos organizados y con representación parlamentaria, si bien de una manera un tanto distorsionada.
Aunque los movimientos alternativos han existido siempre, es en la década de 1960 cuando en nuestra sociedad toman carta de naturaleza como movimientos de masas, generando simpatías y opiniones en nuestro entorno, de tal manera que hoy en día todo el mundo se considera un poco feminista, pacifista o ecologista, aunque no se asuman todas las posturas. Estos movimientos no ejercen el poder, pero crean un estado de opinión al que el poder termina acogiéndose, para no gobernar en contra de las masas. Las nuevas tecnologías han proporcionado un arma nueva de organización de estos grupos. La aparición de Internet y la posibilidad de que los teléfonos móviles reciban mensajes cortos de texto han revolucionado la organización de manifestaciones, y la propia estructura de los movimientos. Las redes sociales de la red, los blog y los microblog, como Twitter, son plataformas muy influyentes para expresar ideas políticas que lleguen a gran cantidad de personas.
El feminismo
El feminismo es un movimiento de toma de conciencia y lucha de las mujeres por sus derechos y su emancipación social, así como por la igualdad real en la sociedad, de todos, hombres y mujeres, como personas. Claro que se ha dado un feminismo radical que pretendían la superioridad de la mujer frente al hombre.
Es, sin duda, el movimiento alternativo de más larga tradición en la historia contemporánea. Nace en el siglo XIX con el movimiento sufragista en Inglaterra, aunque hunde sus raíces en las ideas ilustradas y en la Revolución francesa. Igualdad para todos, el lema de la revolución, implicará que las mujeres también quieran ejercer los derechos que se le reconocen al hombre. Sin embargo, esa igualdad sólo es real si se parte de unas mismas condiciones y unas similares posiciones sociales, de lo contrario se torna en desigualdad.
La situación social de partida de las mujeres es la de objeto decorativo y fuente de placer. Durante el romanticismo se las consideró como unos sujetos pasivos que deben limitarse a ser bellas.
El primer signo de protesta se produce en 1791 cuando Olimpia de Gouges proclama ante la Asamblea Nacional Francesa la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, que son los mismos que los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Pero si la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano se fue imponiendo a lo largo del siglo XIX, la de la mujer no.
La lucha de las mujeres durante el siglo XIX se centra en conseguir el derecho al voto. Son las famosas sufragistas que se extienden por toda Europa y Estados Unidos. Este movimiento tiene su carta de nacimiento el 19-20 de julio de 1848 en Séneca Falls (Nueva York). La reunión de Séneca Falls fue convocada como respuesta al rechazo que soportaron dos activistas antiesclavistas en un congreso celebrado en Londres en 1840, sólo por el hecho de ser mujeres. Se redacto la Declaración de sentimientos, en la que se plasmaban sus reivindicaciones: acabar con todas las leyes que producen su infelicidad, lo que impide ocupar la posición social deseada; reconocer la igualdad de sexos; obtener una educación completa; poner fin a la doble moral vigente; abrirse camino en empleos lucrativos; y obtener el derecho a votar. La lucha por el voto era una cuestión central, ya que se consideraba que si un político dependía de sus votos para salir elegido atendería sus peticiones.
Pero la ideología más pujante, y de más proyección en la época, es el marxismo. Los marxistas unen la suerte de la emancipación de la mujer a la de la liberación del proletariado. Mujeres como Flora Tristán o Louise Michel están en esta posición.
Para los marxistas, la nueva sociedad creará otras estructuras e infraestructuras donde la mujer se verá liberada de la esclavitud a la que le somete el sistema capitalista; por consiguiente, mientras tanto, el marxismo no hace nada para mejorar la situación actual de las mujeres.
Pero en el siglo XIX las primeras en conseguir resultados son las sufragistas. No en vano, ellas sí pretenden mejorar la situación de las mujeres en la sociedad capitalista. Además de la participación en la vida pública, a través del voto, reivindican, también, el derecho a la educación y a tener un empleo. Quizás las primeras en conseguirlo fueron las cantantes e interpretes de música y las maestras de escuela. Por supuesto estamos hablando de las mujeres pertenecientes a la burguesía y cierta clase media, ya que las mujeres del proletariado fueron protagonistas en la puesta en marcha de la revolución industrial. El trabajo femenino fue una constante desde los primeros tiempos, ya que cobraban menos.
En 1792 Mary Wollstonecraft publica en los Estados Unidos Vindicación de los derechos de la mujer. En esta obra trata de dar una batalla legal para que los derechos de la mujer sean incluidos junto con los del hombre en la constitución estadounidense. Con el tiempo, su postura se radicaliza y propone la abolición del matrimonio, ya que para ella esta es la causa, y el medio, de opresión de la mujer.
Las mujeres van consiguiendo el derecho al voto en diferentes países. En 1893 lo consiguen en Nueva Zelanda, en 1917 en Rusia, en 1918 en Inglaterra, aunque lo pierden y han de recuperarlo en 1928. En 1920 en Estados Unidos, en 1931 en España, y en 1971 en Suiza, el último país desarrollado. En la mayoría de los países islámicos el voto sigue negado a la mujer, cuando no al hombre.
El socialismo y el anarquismo obtienen pocos éxitos, ya que no profundizan mucho en la situación de las mujeres. Sin embargo, sus mujeres son las más activas y las que más contribuyen a la difusión del feminismo.
Los anarquistas dan por supuesto que las mujeres estarán en igualdad de condiciones con el hombre en la nueva sociedad, en la que no existirán ni clases, ni grupos de poder ni, por supuesto, diferencias entre hombres y mujeres. La educación liberaría al hombre de su prejuicio contra las mujeres. Su opresión no es más que otra manifestación de la represión general.
El socialismo está en la misma idea, pero Engels introduce un elemento más de análisis: la lucha de clases-sexo, no es específicamente capitalista, si no que tiene su propia dinámica. La liberación de la mujer se producirá con la del proletariado, pero para ello debe estar plenamente integrada en el modo de producción capitalista. Las mujeres deben luchar específicamente por la igualdad en el trabajo y en la sociedad dentro del propio partido. Paladinas de estas posturas fueron Clara Zetkim, Alexandra Kollontai y Rose Luxemburg.
En el siglo XX el fascismo fue una ideología que dominó durante las décadas de 1920 a 1940. El fascismo redujo a la mujer a la condición de cosa, y le privó de los más elementales derechos, algunos de ellos ni siquiera durante el Antiguo Régimen se les había negado, como el derecho a administrar sus bienes. Hasta 1978, en España una mujer no podía tener un pasaporte, abrir una cuenta corriente, o poner una denuncia, si no era con el consentimiento expreso de su marido, padre o hermano.
Será después de la segunda guerra mundial cuando el feminismo, como ideología, sea asumido por toda la sociedad, y ello gracias a la información y a la sociedad de masas.
Sin embargo, la visión de la mujer para la sociedad de consumo de masas es muy diferente a la de los feminismos. Esta sociedad impone un tipo de mujer: esposa, feliz en su hogar, porque tiene aparatos que le hacen todas las tareas de la casa. Esta mujer feliz, y con mucho tiempo libre para el ocio, no tardará en revelarse en su jaula de oro.
Después de la segunda guerra mundial aparecen tres grandes pensadoras del feminismo: Simone de Beauvoir, Betty Friedmann y Kate Millet.
Simone de Beauvoir publica en 1949 El segundo sexo. Sostiene, que la situación oprimida de la mujer en la sociedad actual es algo cultural, y no natural, como creen algunos. Pone de manifiesto las diferencias de hecho, pero sostiene que no suponen un rango inferior. Se deben buscar nuevas relaciones entre los sexos, lo que enriquecerá a ambos como personas.
Betty Friedmann arremete en 1963 contra la mística de la feminidad, la esclavitud del hogar feliz y la paz del mito consumista. Todo ello lo que provoca es el aislamiento de la mujer, que vuelve a estar engañada por los viejos mitos, aunque modernizados.
Kate Millet en 1970 desarrolla una teoría sobre la política sexual. Para ella el patriarcado es un arte de dominación masculino que afecta a todas las clases sociales.
La décadad de 1960 y el nuevo feminismo
En las dećadas de 1950 y 1960 la opresión de las mujeres va desapareciendo de la vida pública y se concentra en el hogar. No obstante, las mujeres que trabajan sufren situaciones laborales discriminatorias: tienen salarios inferiores por igual trabajo, o puestos de menor categoría con la misma formación. Son las leyes de la ideología consumista que propagan la publicidad y la pornografía, y que convierten a la mujer en objeto de la publicidad, y en destinataria de los mensajes de consumo.
Las feministas de la década de 1960 se dan cuenta que la sola igualdad jurídica es una estafa, y que sufren una situación de explotación económica, legal y sexual. Las mujeres son la minoría oprimida dentro de las minorías.
No se trata sólo la lucha de las mujeres por la igualdad, sino de un compromiso de la sociedad por destruir las barreras de la opresión social. El mundo está organizado según el modelo masculino, tanto en lo laboral como en la educación. Aunque es cierto que la mujer tiene derecho a la educación, también es verdad que los contenidos, y los métodos pedagógicos a los que acceden, pertenecen al modelo masculino. Un buen ejemplo de la situación de la mujer en esta época lo constituyen las películas de estos años, que transmiten la idea de la mujer sumisa, ama de casa y, sólo circunstancialmente, trabajadora, siempre en puestos de poca responsabilidad.
Pero este cuadro que hemos pintado es la situación de la mujer en la sociedad capitalista occidental. La situación de la mujer en el Tercer Mundo es aún más penosa, puesto que además de estar atrapada en una sociedad machista, es pobre. Sus recursos de defensa dependen del hombre, así como los económicos. Su educación es muy deficiente, según los patrones occidentales. Todo esto impide que se desarrollen movimientos de protesta o rebeldía semejantes a los occidentales. El caso más extremo es la situación de la mujer en el Afganistán de los talibanes. Aquí, la mujer debe ir cubierta con el burka, una prenda que la tapa totalmente, no tienen derecho a trabajar, aun siendo viudas y no teniendo hombres en casa, ni a la educación, o a salir a la calle si no van acompañadas. Tampoco tienen derecho a la sanidad, no es raro que las mujeres mueran en los hospitales ante la pasividad de los médicos. Sin llegar a tales extremos, la situación de muchas mujeres del Tercer Mundo es similar; si a toda la población se le niegan los derechos a ellas se le niega la posibilidad de reclamarlos, y no sólo desde el poder, sino desde su mismo ambiente social. Frecuentemente, la prostitución y la emigración es la única manera de conseguir dinero.
El feminismo en España
El movimiento feminista en España no tiene una presencia destacada hasta instauración de la segunda República, cuando prende con fuerza. Desde las primeras Cortes republicanas las mujeres están presentes en la política y tienen derecho al voto.
Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken son las primeras diputadas de las Cortes españolas.
En el bienio radical-cedista se incorporan a las Cortes María Lejárraga, Matilde de la Torre, Veneranda García Blanco y Francisca Bohigas, y durante el gobierno del Frente Popular Dolores Ibarruri (La Pasionaria), y Julia Álvarez. En 1936 España es el país de mundo que más mujeres tiene en el Parlamento.
Victoria Kent, diputada de la CEDA, es nombrada, en 1931, directora de Prisiones, hasta 1934. Por primera vez en el mundo una mujer es nombrada para un cargo público tradicionalmente masculino. Hasta entonces, incluso en la Unión Soviética, sólo se les daba cargos considerados como «asuntos de mujeres», o asuntos para los que «la mujer tenía una sensibilidad especial», como la educación o los diversos «asuntos sociales». Victoria Kent fue la primera mujer española que intervino en un juicio como abogada, en 1924, y en 1930 actuó como abogada ante el Tribunal Supremo, era la primera vez en la historia que una mujer actuaba ante un Tribunal Supremo. Murió en Nueva York en 1989.
Margarita Nelken defenderá en el Parlamento la ley del Divorcio y la cuestión del voto femenino. Es una activista muy capaz, preocupada especialmente por la condición social de la mujer en España. Es diputada del Partido Socialista Obrero Español. Escribió, entre otras obras, La condición social de la mujer (1921). Murió en Moscú en 1968.
Clara Campoamor, militante del Partido Radical también defenderá la ley del Divorcio ante el Parlamento. Este es el tema más importante, en aquel momento, del feminismo activo en España. A fin de cuentas, en la mentalidad de la época, la manera de independizarse de su familia, para toda mujer, era casándose, y la del hombre trabajando, por lo que la mujer quedaba atada para siempre al marido que la sustentaba, independientemente de las condiciones del matrimonio. Partidaria de la concesión inmediata del voto a la mujer, sostuvo un agrio debate con Victoria Kent, partidaria de aplazarlo. También formará parte de la comisión encargada de redactar la constitución de 1931. Escribió El derecho femenino en España (1936), y La situación jurídica de la mujer española (1938), entre otras. Murió en Lausana en 1972.
Pero sin duda la más carismática de todas ellas fue Dolores Ibarruri, la Pasionaria. Ella es una activa dirigente comunista de gran fuerza, que lucha por los trabajadores. Sus discursos durante la guerra civil, en la defensa de Madrid, la convierten en un mito. Se exilia en Moscú. Regresa a España en 1977. Ese año se presenta a las elecciones generales y sale elegida por Asturias. No obstante, dimite de su escaño a los seis meses. Murió en Madrid en 1989.
Otra mujer importante en tiempos de la república fue Federica Montseny. Ella está fuera del parlamento, ya que es anarquista, pero durante la guerra civil participó en un gobierno de compromiso, cosa de la que se arrepentiría más adelante. Fue la primera ministra de la historia de España. Murió en Toulouse el 15 de enero de 1994.
En Cataluña, durante la guerra civil, surge el Grupo de Mujeres Libres, de tendencia anarquista. Se trata de una asociación que reúne a unas 20.000 afiliadas, y que practica un feminismo activo y radical. Muchas de ellas habrán luchado en el frente como milicianas. Publican la revista Mujeres Libres, que es de lo más revolucionario y progresista que el feminismo ha hecho nunca. La mayor parte de sus reivindicaciones hoy se consideran básicas, pero otras aún están por conquistar. Entre las animadoras de este grupo se encuentra Lucía Sánchez, Mercedes Comaposada y Amparo Poch.
Durante el franquismo la mujer española pierde todos sus derechos y es reducida al papel de esposa, madre y mujer piadosa. No tenía derecho, siquiera, a administrar sus bienes, tener pasaporte, o poner una denuncia. En un juicio, para que el testimonio de las mujeres se tuviese en cuenta como el de un hombre, debían formularlo dos. La mujer está, literalmente, secuestrada en casa. Sin embargo, los avances sociales pueden más que las leyes injustas. En las décasdas de 1960 y 1970 España tiene un crecimiento económico muy importante. Se permite la emigración y el turismo. Todo ello muestra otro estilo de vida, más democrático y, sobre todo, otro concepto de la mujer que poco a poco va calando en la sociedad. En 1970 la nueva ley general de Educación no puede obviar el asunto y reconocerá el derecho a una educación igual para todos, incluidas las mujeres. Las mujeres van tomando conciencia de sus derechos, comienzan a reclamarlos, y la sociedad cada vez ve más normal que se les concedan. No obstante, estos derechos no serán reconocidos en España hasta la proclamación de la constitución en 1978. Desde entonces las mujeres españolas han conseguido los mismos derechos que las de cualquier país desarrollado.
En la actualidad, el feminismo ha dejado de ser radical, pero impregna la ideología de toda la sociedad, de tal manera que es impensable, e imposible, legislar discriminatoriamente contra las mujeres, o tomar decisiones que no las tengan en cuenta. No obstante, los hechos nos siguen diciendo que la mujer sufre, en muchos casos, situaciones de opresión. La mujer sigue siendo el pilar fundamental del hogar, le cuesta más encontrar trabajo y, en caso de que lo consiga, suele tener un puesto inferior y un sueldo menor, en la empresa privada.
El pacifismo
La paz es una de las aspiraciones más antiguas de la humanidad. En La república, de Platón, ya se pone esto de manifiesto. Toda guerra ha generado corrientes pacifistas, que normalmente no eran otra cosa que una manera diplomática de resolver los problemas y los conflictos.
Pero, ¿qué es la paz? Esta es una de las discusiones ideológicas que se han mantenido en el siglo XX. En principio, la paz es la ausencia de guerra, sin embargo, está claro que esta definición se queda corta, porque puede haber ausencia de guerra e inestabilidad social por causas económicas, políticas, etc. El concepto de paz también debe incluir la paz social, donde no hay muertos ni declaraciones de guerra, pero donde sí hay detenidos por defender los derechos, y en donde los conflictos se resuelven de forma violenta, contra los bienes, las vías de comunicación y las personas. Los ejemplos más claros de esto los tenemos en los países con dictaduras, o en España, las amenazas de la ETA que han creado un clima de violencia difícilmente soportable, aún sin muertos, hasta la segunda mitad de la primera década del siglo XXI. Hoy en día, la actividad del terrorismo internacional, con el atentado del 11 de septiembre del 2001 en la Torres gemelas de Nueva York, que provocó miles de muertos, y el atentado del 11 de marzo del 2004 en Madrid, en el que murieron cientos de personas, se tiene la sensación de estar inmerso en una guerra no declarada contra una minoría fanática que optan por el terrorismo para imponer su modelo social.
El pacifista está tanto contra la guerra, como contra las maneras violentas de resolver los conflictos, por ser ilegítimas y, a la larga, ineficaces.
Por otra parte, la guerra no es una querella entre individuos amplificada, sino un esfuerzo de dominación política y económica de un Estado sobre otro, o sobre un pueblo o un territorio.
Según este concepto, es muy posible que la guerra, como institución, nazca durante la Edad de los Metales, ya que el dominio del territorio donde existía el cobre, el estaño o el hierro, por un lado, y los mercados, por otro, suponían una riqueza suplementaria para el pueblo dominador.
En la aparición del pacifismo, como ideología, tienen mucho que ver las religiones, como el cristianismo y el budismo, que predican el amor a los demás y la renuncia a las cosas del mundo, como modelo de vida.
El pacifismo moderno se puede remontar hasta los anabaptistas y otros grupos religiosos que en la Francia del siglo XVI se negaron a participar en las guerras de religión. El católico Boétie, defendió la táctica no violenta a través de la desobediencia a los jefes. En el siglo XVIII, los cuáqueros, crearon comunidades en Pensilvania (EE UU) lo que les libró de la guerra durante muchos años.
Tras la guerra franco-prusiana aparecieron los primeros grupos pacifistas. Estaban formados, generalmente, por socialistas que se negaron a participar en una guerra burguesa.
Pero es en el siglo XX, y después de la primera guerra mundial, cuando el pacifismo toma carta de naturaleza, como ideología asumida por gran parte de la sociedad.
Las grandes figuras del pacifismo en el siglo XX son: Mohandas Gandi, Juan XXIII, con su encíclica Pácem in Terris, Martín Lutero King y León Tolstoi, que abogaba por una revolución social no violenta.
Mohandas Gandi utilizará la estrategia de la no violencia para oponerse al gobierno inglés de la India, y como medidas de presión utiliza la resistencia pasiva, la no colaboración y la desobediencia civil. No utiliza armas, pero tampoco la paz social. En primer lugar está la no colaboración, que implica renunciar a las supuestas ventajas que ofrece el sistema británico, con el fin de paralizar la maquinaria del Estado. En segundo lugar está la desobediencia civil, según la cual se transgreden deliberadamente las leyes injustas buscando la detención y la condena, que se acepta sin apelar y sin defensa; para poner en evidencia lo injusto de las leyes y crear un estado de opinión en contra, incluso de sus defensores. Y en tercer lugar la resistencia pasiva, que son los tres pilares de la estrategia de la no violencia.
El socialismo, sobre todo en el siglo XIX, es pacifista en un sentido: condena la lucha entre Estados, la guerra burguesa, a favor de la lucha de clases y la solidaridad obrera internacional. Se niega a tomar parte en las guerras concretas. Sin embargo, su fracaso ante la guerra franco-prusiana y en la primera guerra mundial le lleva a replantearse su postura.
La primera guerra mundial produjo un rechazo generalizado hacia la guerra, pero sólo algunos hicieron algo positivo. En Inglaterra se proclama el Juramento de Oxford en el que los firmantes se niegan a volver al luchar por la patria y el rey. Juramentos similares se hicieron en muchos países, pero fueron firmados por una pequeña parte de la sociedad, y quedaron en papel mojado ante la barbarie nazi.
Con la explosión de las primeras bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, se inicia una nueva era en la tecnología militar y en las relaciones internacionales. Socialmente se toma conciencia de que esta tecnología es capaz de terminar con la vida humana sobre la Tierra, particularmente cuando estas bombas proliferan y aumentan su potencia, durante la guerra fría. Surge, entonces, un pacifismo radical y activo que se niega a utilizar la violencia para resolver cualquier tipo de conflictos, se opone a cumplir el servicio militar obligatorio y, en definitiva, rechaza aprender a matar.
Los primeros grupos pacifistas aparecen en los países escandinavos durante la invasión nazi en la segunda guerra mundial, pero su mayor desarrollo, y los más activos, surgieron en Estados Unidos durante la guerra de Vietnam (1956-1973). Los grupos de objetores de conciencia surgen desde diferentes posturas ideológicas, o religiosas como los testigos de Jehová o el islam. Pero, sobre todo, son grupos antimilitaristas de todo tipo.
La objeción de conciencia tiene en Estados Unidos una cierta tradición. Durante la guerra contra México en 1845 Henry David Thoreau sienta las bases de la desobediencia civil y aboga por el derecho a rechazar el servicio militar obligatorio.
Los primeros grupos pacifistas abogan por el desarme nuclear definitivo, como una reivindicación inexcusable. El terror al holocausto nuclear es el principal motor de toma de conciencia de las ideas pacifistas por parte de la sociedad. Aunque en la actualidad la paz se plantea de otra forma.
Durante la década de 1980 los grupos pacifistas más activos, y de mayor calado social, se encuentran en Alemania. Alemania sufre especialmente la guerra fría y las consecuencias de la política de bloques, con lo que se desarrolla una especial sensibilidad antimilitarista.
Estos grupos son, con frecuencia, reprimidos violentamente, sobre todo en los países donde no están garantizadas las libertades mínimas, ya que opinan y protestan fuera de la lógica del sistema.
España
La sociedad española se incorpora muy tarde a los movimientos pacifistas. Hasta 1978 estuvimos bajo el signo del franquismo, en el que el modelo de organización, por excelencia, era el militar y se cultivaba el culto a la violencia, la juventud y los valores patrióticos militares.
Tras la ley de Libertad Religiosa de 1967 algunos testigos de Jehová se niegan a hacer el servicio militar obligatorio. Pero será el caso de José Luis Beunza el juicio por objeción de conciencia que más repercusión tenga, por ser el más publicado y seguido de la época. José Luis Beunza es un católico que en sus argumentos utiliza el Nuevo Testamento, y la encíclica Pácem in Terris, del papa Juan XXIII. Su juicio será una farsa en la que no se le permite la defensa, ni leer sus alegaciones, y es condenado a hacer el servicio militar en la Legión. Después de pasar por la prisión de Valencia, en 1971.
La constitución de 1978 reconoce el derecho a la objeción de conciencia, en su artículo 30, y desde el primer momento comienzan a declararse objetores al servicio militar. Pero falta una ley de Objeción de Conciencia que los regule; y estas personas estarán en una situación alegal. No se les puede negar su objeción de conciencia, pero no hay una ley que diga lo que tienen que hacer.
La ley de Objeción de Conciencia llega en 1984. Desde el primer momento es contestada por todos los movimientos de objetores establecidos en España, particularmente el MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia), lo que provocará el fenómeno de la insumisión. Los insumisos usan la estrategia de la desobediencia civil y se niegan a hacer tanto el servicio militar obligatorio como la prestación social sustitutoria que establece la ley. El motivo fundamental es que los mecanismos que establece la ley para declararse objetor, y la propia prestación sustitutoria en sí, no son considerados adecuados, justos, ni constitucionales, por los grupos de objeción de conciencia. El que una persona sea objetor depende de un tribunal de evaluación que decide si puede serlo o no. Se rechazan a todas aquellas personas que en algún momento hayan intentado entrar en el Ejército. No se contempla la objeción sobrevenida, con lo que no se reconoce que una persona pueda cambiar de opinión una vez conocida la realidad. Por otro lado, la prestación social sustitutoria tiene dos defectos: en primer lugar dura más que el servicio militar obligatorio, lo que se considera un castigo, y nadie puede ser castigado por ejercer un derecho reconocido en la Constitución; y por otro, generalmente, los puestos en los que se realizan pueden ser cubiertos por trabajadores sociales, con lo que se ocupan puestos de trabajo, cosa que prohíbe expresamente la propia ley. No obstante, una resolución de la Unión Europea obliga a aceptar como objetores a todas aquellas personas que lo declaren. En 1997 el Partido Popular, en el gobierno, presentó una ley para hacer un ejército plenamente profesional en el año 2002.
A partir de la promulgación de la ley de Objeción de Conciencia, en España los objetores aumentan espectacularmente, hasta el punto de desbordar a la Administración. Con el anuncio del fin del servicio militar obligatorio los objetores de conciencia aumentan aún más, llegando a los máximos históricos. Una vez producida la profesionalización del Ejército la objeción de conciencia y el movimiento pacifista en España debe cambiar radicalmente.
El ecologismo
El ecologismo es la última ideología en incorporarse a las preocupaciones de la sociedad, y por lo mismo es la que más impulso y arraigo tiene en la actualidad. Apenas se pueden encontrar antecedentes históricos del ecologismo, como no sean las actitudes higienistas del siglo pasado, puesto que el deterioro del medio natural está ligado directamente al aumento de la industrialización en todos los países de Occidente, y a la utilización de combustibles fósiles y recursos no renovables, así como a la sobreexplotación de los mismos.
Esto implica que el ecologismo, no sólo tiene una dimensión ideológica, sino también una magnitud económica de primer orden. Las implicaciones económicas permiten que hagan bandera del ecologismo todas las ideologías políticas y económicas. No obstante, donde primero prenden las ideas del ecologismo es en los grupos de izquierda desencantados del socialismo soviético y maoísta, y en el anarquismo radical.
El ecologismo comienza a tomar cuerpo en la década de 1960, en movimientos extraparlamentarios que reaccionan contra la política de bloques y la guerra fría, y no se identifican ni con el capitalismo ni con el socialismo existente.
Los primeros grupos ecologistas surgen junto con los pacifistas antinucleares, que ponen de relieve los peligros de la radiactividad y las centrales nucleares: son el primer paradigma de la defensa del medio. Pero pronto se analizarán los efectos negativos para la vida, de toda la contaminación industrial y urbana, sobre todo después del accidente, y desastre ecológico, del Gran Londres en 1952, en que una niebla de smog asfixia a la ciudad y las autoridades británicas se ven obligadas a promulgar, en 1956, una ley sobre limpieza del aire.
En 1965 Murray Bookchin escribe un texto en el que resume el pensamiento ecológico: Ecología y pensamiento revolucionario. En él se describen las bases teóricas del ecologismo y su implantación, y sus consecuencias económicas, como la descentralización del poder económico y la formación de circuitos locales de comercio. También advierte sobre la desvirtuación interesada de los principios ecológicos, que pueden convertir en una farsa la preocupación por la mejora del medio.
En la Alemania de la década de 1970 los grupos ecologistas se organizan políticamente, y optan por la no violencia y el pacifismo, sin necesidad de dejar de ser contundentes en sus reivindicaciones.
El grupo más importante se forma en 1977, es Greenpeace, de carácter internacional. Se funda en un congreso en Estocolmo. Adena se crea en España 1968 y se adhiere al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) la otra gran asociación ecologista mundial.
El ecologismo supone una nueva forma de hacer política, lo que implica un choque teórico con los economistas, un debate entre el desarrollo sostenible y el beneficio rápido. En multitud de ocasiones se ha presentado a la ecología como un freno al desarrollo, sin tener en cuenta que la existencia de materia prima en buenas condiciones, en la naturaleza, es una condición fundamental para la actividad económica. La ecología influye en todos los aspectos de la actividad económica, particularmente en la generación y fabricación de bienes. En realidad, abarca todo el ciclo del producto, desde la extracción de materias primas, a la fabricación, transporte, venta, consumo y hasta el fin de su vida útil y su gestión como residuo. En todo ello, y en todo el proceso, se pueden encontrar mejoras, que sin menoscabo de la obtención de beneficios, e incluso minimizando las pérdidas y los gastos, impliquen una mejora de la calidad ambiental. Se puede utilizar la materia prima con mayor eficacia, reduciendo los residuos, con menor consumo de energía, sin que haya pérdidas en el transporte, y que no genere basura no biodegradable.
Este intento de resolver los problemas que genera el capitalismo consumista le acerca ideológicamente al socialismo, por eso se considera como una ideología de izquierda. Pero no es una izquierda clásica, marxista, sino de una nueva izquierda aún por definir.
Como quiera que la calidad ambiental ha ido entrando en las conciencias de la gente, muchas veces con mensajes catastrofistas, los Estados se han visto en la obligación de legislar, y de asumir estos puntos de vista. En principio sólo se trata de normas e informes técnicos. Se obliga a que cada obra nueva tenga una evaluación de impacto ambiental, y que las empresas hagan auditorías ambientales. Sin embargo, los grupos ecologistas pretenden, para conseguir sus objetivos, apelar a la conciencia de la gente; descubriendo en el entorno inmediato las señales de la degradación del medio, y explicando sus consecuencias. Esta actitud ha llevado a muchos grupos ecologistas a lanzar mensajes catastrofistas y alarmantes, sin muchas bases científicas. El lema emblemático de los ecologistas es: actuar localmente y pensar globalmente. Esto supone implicar a todas y cada una de las personas en la defensa del medio natural, pero también derivar una cadena de consecuencias, desde lo local a lo global, que no tiene en cuenta el cambio de escala y, por tanto, el cambio de naturaleza del problema. En ocasiones, tampoco están suficientemente probadas desde le punto de vista científico. Esta actitud sugiere que la defensa comprometida de una especie o lugar concreto implica la mejora del medio natural en todo el mundo.
La necesidad de mejorar y conservar el medio natural ha supuesto el avance de los estudios sobre ecología y climatología. Uno de los temas recurrentes es el del cambio climático, en el que se trata de demostrar cómo la influencia del hombre puede alterar las condiciones del medio natural; así como la deforestación.
Otro de los problemas centrales del discurso ecologista es el del consumo de energía. Cómo ahorrar energía, cómo producirla con medios renovables, etc. Esto ha supuesto un avance tecnológico de importancia, tanto en los medios de producción de energía como en los aparatos de bajo consumo.
El tercer problema central es el de la generación de residuos y la costumbre consumista, del usar y tirar, que implica una actitud positiva de la gente, ya que debe comenzar al separar los residuos, y de la industria. La clave es reducir, reciclar y reutilizar. El gran mérito del ecologismo es que ha sido capaz de implicar en la defensa del medio a cada persona.
La pujanza del ecologismo en todo el mundo ha provocado multitud de reuniones diferentes, de carácter internacional, con los gobiernos de por medio. Una de las más importantes ha sido La Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1993, y el Protocolo de Kioto, en 1998. Este protocolo no entró en vigor hasta el 16 de febrero del 2005, y además sin que lo hayan ratificado EE UU, India ni China, lo que lo hizo ineficaz, y ha sido imposible acordar otro protocolo mejor.
Nadie discute la necesidad de conservar el medio natural para sobre vivir como especie, pero sí para crecer económicamente. Por eso, los gobiernos han llegado a unos acuerdos para reducir la contaminación que produce la industria de su país, sin perjudicar el crecimiento económico. También se han comprometido a no reducir la biodiversidad, que es la condición indispensable para el buen funcionamiento de los ecosistemas. Pero muchos gobiernos, sobre todo de los países en vías de desarrollo, incumplen sus compromisos en favor de un mayor crecimiento económico. Incluso los países más ricos como, Estados Unidos, que tiene asignadas unas determinadas emisiones a la atmósfera, compran los derechos de emisión de los países más pobres, para sostener su economía.
España
Los primeros grupos ecologistas en España surgen en la década de 1960, y sus primeras actuaciones se centran en contra del plan energético nacional (PEN), que prevé para España la instalación de varias centrales nucleares. La reacción antinuclear es muy fuerte, en muchos municipios, contra las autoridades franquistas del gobierno (los alcaldes también son franquistas), y en muchos casos se consigue que la central no se construya. En un principio, el movimiento antinuclear es vecinal, la única manera en la época de asociarse, pero con la llegada de la democracia en 1978 el movimiento ecologista se desarrolla extraordinariamente, apareciendo en la década de 1980, grupos en todas partes, que tienen gran calado social.
Ha esta expansión no son ajenos los medios de comunicación, y en especial la labor divulgativa que en aquellos años hacen Félix Rodríguez de la Fuente y Jaques Cousteau.
Conclusiones
Como conclusión, podemos decir que hoy en día estos tres movimientos alternativos, feminismo, pacifismo y ecologismo, forman parte del acervo cultural de nuestra sociedad, y que sus valores no son puestos en duda por nadie, medianamente educado.
La implantación de estas ideas en la sociedad es tan fuerte que todo el mundo se siente ecologista, pacifista y feminista en alguna medida. Claro que, a veces la desvirtuación de los objetivos es tan grande que hay gente que afirma que los más feministas son los hombres, porque «les gustan las mujeres como deben de ser», los más pacifistas son los militares, porque en caso de guerra ellos son los primeros en sufrir, y los más ecologistas las grandes empresas, porque ponen remedio a la contaminación que producen. Todo un ejercicio de hipocresía y de desconocimiento de lo que es realmente la ideología.
Bibliografía
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VV.AA.: «Anuario». Difusora Internacional. Barcelona.
Caple Martínez, Rosa Mª: «Mujeres, la larga marcha». La Aventura de la Historia, n. 19, pp. 16-27.
Vivimos en una sociedad, la capitalista, democrática y occidental, que genera dentro de sí ciertos cambios. Casi se podría decir que está permanentemente en transformación, y que estos cambios son muy rápidos, y hasta cierto punto definitivos. Un vicio del que no están exentos ni los sociólogos, ni los historiadores, ni los periodistas, ni nadie que se dedique a observar la sociedad es el de pensar que vivimos la época más decisiva de la historia de la humanidad, o la más catastrófica.
Se tiende a creer que las sociedades antiguas cambian poco, pero esta es una apreciación, sin duda, fruto de la ignorancia a cerca de ellas. Probablemente ocurra lo contrario. Vivimos en una sociedad muy organizada, con un nivel económico alto, muchos servicios y muchos derechos que queremos conservar a toda costa, aún por encima de las modas y los cambios a corto plazo. Tendemos a ser más conservadores.
Teorías del cambio social
Los cambios sociales e históricos han venido siendo estudiados por todos los filósofos. En el siglo XVIII Comte inventó el término sociología para referirse a la ciencia que estudia la sociedad, sus comportamientos y costumbres. Desde entonces se han aplicado diversos cuerpos ideológicos al análisis de la sociedad.
Las teorías evolucionistas
Desde una óptica simplificada de las teorías sobre la evolución de Darwin, sociológicos como Herbert Spencer y Lewis Henry Morgan aplicaron la teoría de la selección natural a las sociedades, según la cual sobrevivían las más fuertes y organizadas.
Estas teorías, durante el siglo XIX, justificaron el colonialismo y el triunfo del capitalismo.
Las teorías marxistas
Las teorías marxistas también están vinculadas al evolucionismo, pero se centraban más en los mecanismos del cambio y la revolución, fijándose más en los factores socioeconómicos que en los culturales, ideológicos y organizativos. Frecuentemente se le ha acusado de lineal y finalista.
Las teorías funcionalistas
En las teorías funcionalistas encontramos a sociólogos como Emile Durkheim o Bronislav Malinowski. Se busca el origen de los cambios sociales en fenómenos contemporáneos a los mismos, despreciando la historia y cuantificando los hechos para determinar su importancia. Es la teoría más aceptada, ya que configura la visión de la sociedad de consumo de masas, y utiliza la estadística como paradigma.
Pero, probablemente, el cuerpo teórico y dogmático que anima a la mayor parte de los sociólogos e historiadores es la creencia en el fin de las ideologías, el agotamiento y el cansancio, incluso la muerte, de los grandes sistemas ideológicos, sin darse cuenta de que la ideología siempre existe y que quien hace dejación de ella asume la ideología dominante acríticamente. Se asume, así, una ideología transmitida por los medios de comunicación y la educación, y que tiende a ser estática. Por eso conviene estudiar sistemas diferentes, que son los que promueven el cambio social. Entre estas ideologías diferentes están el feminismo, el pacifismo y el ecologismo, que son las más pujantes, junto con los movimientos antiglobalización.
Estas ideologías se caracterizan por no estar dentro de los parlamentos, y ni siquiera están constituidas en partidos políticos, son las ideologías alternativas. Sin embargo, todas ellas tienen una gran fuerza dentro de la sociedad, crean opinión y promueven posturas positivas en su favor. Poco a poco impregnan los discursos de todos los partidos organizados y con representación parlamentaria, si bien de una manera un tanto distorsionada.
Aunque los movimientos alternativos han existido siempre, es en la década de 1960 cuando en nuestra sociedad toman carta de naturaleza como movimientos de masas, generando simpatías y opiniones en nuestro entorno, de tal manera que hoy en día todo el mundo se considera un poco feminista, pacifista o ecologista, aunque no se asuman todas las posturas. Estos movimientos no ejercen el poder, pero crean un estado de opinión al que el poder termina acogiéndose, para no gobernar en contra de las masas. Las nuevas tecnologías han proporcionado un arma nueva de organización de estos grupos. La aparición de Internet y la posibilidad de que los teléfonos móviles reciban mensajes cortos de texto han revolucionado la organización de manifestaciones, y la propia estructura de los movimientos. Las redes sociales de la red, los blog y los microblog, como Twitter, son plataformas muy influyentes para expresar ideas políticas que lleguen a gran cantidad de personas.
El feminismo
El feminismo es un movimiento de toma de conciencia y lucha de las mujeres por sus derechos y su emancipación social, así como por la igualdad real en la sociedad, de todos, hombres y mujeres, como personas. Claro que se ha dado un feminismo radical que pretendían la superioridad de la mujer frente al hombre.
Es, sin duda, el movimiento alternativo de más larga tradición en la historia contemporánea. Nace en el siglo XIX con el movimiento sufragista en Inglaterra, aunque hunde sus raíces en las ideas ilustradas y en la Revolución francesa. Igualdad para todos, el lema de la revolución, implicará que las mujeres también quieran ejercer los derechos que se le reconocen al hombre. Sin embargo, esa igualdad sólo es real si se parte de unas mismas condiciones y unas similares posiciones sociales, de lo contrario se torna en desigualdad.
La situación social de partida de las mujeres es la de objeto decorativo y fuente de placer. Durante el romanticismo se las consideró como unos sujetos pasivos que deben limitarse a ser bellas.
El primer signo de protesta se produce en 1791 cuando Olimpia de Gouges proclama ante la Asamblea Nacional Francesa la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, que son los mismos que los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Pero si la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano se fue imponiendo a lo largo del siglo XIX, la de la mujer no.
La lucha de las mujeres durante el siglo XIX se centra en conseguir el derecho al voto. Son las famosas sufragistas que se extienden por toda Europa y Estados Unidos. Este movimiento tiene su carta de nacimiento el 19-20 de julio de 1848 en Séneca Falls (Nueva York). La reunión de Séneca Falls fue convocada como respuesta al rechazo que soportaron dos activistas antiesclavistas en un congreso celebrado en Londres en 1840, sólo por el hecho de ser mujeres. Se redacto la Declaración de sentimientos, en la que se plasmaban sus reivindicaciones: acabar con todas las leyes que producen su infelicidad, lo que impide ocupar la posición social deseada; reconocer la igualdad de sexos; obtener una educación completa; poner fin a la doble moral vigente; abrirse camino en empleos lucrativos; y obtener el derecho a votar. La lucha por el voto era una cuestión central, ya que se consideraba que si un político dependía de sus votos para salir elegido atendería sus peticiones.
Pero la ideología más pujante, y de más proyección en la época, es el marxismo. Los marxistas unen la suerte de la emancipación de la mujer a la de la liberación del proletariado. Mujeres como Flora Tristán o Louise Michel están en esta posición.
Para los marxistas, la nueva sociedad creará otras estructuras e infraestructuras donde la mujer se verá liberada de la esclavitud a la que le somete el sistema capitalista; por consiguiente, mientras tanto, el marxismo no hace nada para mejorar la situación actual de las mujeres.
Pero en el siglo XIX las primeras en conseguir resultados son las sufragistas. No en vano, ellas sí pretenden mejorar la situación de las mujeres en la sociedad capitalista. Además de la participación en la vida pública, a través del voto, reivindican, también, el derecho a la educación y a tener un empleo. Quizás las primeras en conseguirlo fueron las cantantes e interpretes de música y las maestras de escuela. Por supuesto estamos hablando de las mujeres pertenecientes a la burguesía y cierta clase media, ya que las mujeres del proletariado fueron protagonistas en la puesta en marcha de la revolución industrial. El trabajo femenino fue una constante desde los primeros tiempos, ya que cobraban menos.
En 1792 Mary Wollstonecraft publica en los Estados Unidos Vindicación de los derechos de la mujer. En esta obra trata de dar una batalla legal para que los derechos de la mujer sean incluidos junto con los del hombre en la constitución estadounidense. Con el tiempo, su postura se radicaliza y propone la abolición del matrimonio, ya que para ella esta es la causa, y el medio, de opresión de la mujer.
Las mujeres van consiguiendo el derecho al voto en diferentes países. En 1893 lo consiguen en Nueva Zelanda, en 1917 en Rusia, en 1918 en Inglaterra, aunque lo pierden y han de recuperarlo en 1928. En 1920 en Estados Unidos, en 1931 en España, y en 1971 en Suiza, el último país desarrollado. En la mayoría de los países islámicos el voto sigue negado a la mujer, cuando no al hombre.
El socialismo y el anarquismo obtienen pocos éxitos, ya que no profundizan mucho en la situación de las mujeres. Sin embargo, sus mujeres son las más activas y las que más contribuyen a la difusión del feminismo.
Los anarquistas dan por supuesto que las mujeres estarán en igualdad de condiciones con el hombre en la nueva sociedad, en la que no existirán ni clases, ni grupos de poder ni, por supuesto, diferencias entre hombres y mujeres. La educación liberaría al hombre de su prejuicio contra las mujeres. Su opresión no es más que otra manifestación de la represión general.
El socialismo está en la misma idea, pero Engels introduce un elemento más de análisis: la lucha de clases-sexo, no es específicamente capitalista, si no que tiene su propia dinámica. La liberación de la mujer se producirá con la del proletariado, pero para ello debe estar plenamente integrada en el modo de producción capitalista. Las mujeres deben luchar específicamente por la igualdad en el trabajo y en la sociedad dentro del propio partido. Paladinas de estas posturas fueron Clara Zetkim, Alexandra Kollontai y Rose Luxemburg.
En el siglo XX el fascismo fue una ideología que dominó durante las décadas de 1920 a 1940. El fascismo redujo a la mujer a la condición de cosa, y le privó de los más elementales derechos, algunos de ellos ni siquiera durante el Antiguo Régimen se les había negado, como el derecho a administrar sus bienes. Hasta 1978, en España una mujer no podía tener un pasaporte, abrir una cuenta corriente, o poner una denuncia, si no era con el consentimiento expreso de su marido, padre o hermano.
Será después de la segunda guerra mundial cuando el feminismo, como ideología, sea asumido por toda la sociedad, y ello gracias a la información y a la sociedad de masas.
Sin embargo, la visión de la mujer para la sociedad de consumo de masas es muy diferente a la de los feminismos. Esta sociedad impone un tipo de mujer: esposa, feliz en su hogar, porque tiene aparatos que le hacen todas las tareas de la casa. Esta mujer feliz, y con mucho tiempo libre para el ocio, no tardará en revelarse en su jaula de oro.
Después de la segunda guerra mundial aparecen tres grandes pensadoras del feminismo: Simone de Beauvoir, Betty Friedmann y Kate Millet.
Simone de Beauvoir publica en 1949 El segundo sexo. Sostiene, que la situación oprimida de la mujer en la sociedad actual es algo cultural, y no natural, como creen algunos. Pone de manifiesto las diferencias de hecho, pero sostiene que no suponen un rango inferior. Se deben buscar nuevas relaciones entre los sexos, lo que enriquecerá a ambos como personas.
Betty Friedmann arremete en 1963 contra la mística de la feminidad, la esclavitud del hogar feliz y la paz del mito consumista. Todo ello lo que provoca es el aislamiento de la mujer, que vuelve a estar engañada por los viejos mitos, aunque modernizados.
Kate Millet en 1970 desarrolla una teoría sobre la política sexual. Para ella el patriarcado es un arte de dominación masculino que afecta a todas las clases sociales.
La décadad de 1960 y el nuevo feminismo
En las dećadas de 1950 y 1960 la opresión de las mujeres va desapareciendo de la vida pública y se concentra en el hogar. No obstante, las mujeres que trabajan sufren situaciones laborales discriminatorias: tienen salarios inferiores por igual trabajo, o puestos de menor categoría con la misma formación. Son las leyes de la ideología consumista que propagan la publicidad y la pornografía, y que convierten a la mujer en objeto de la publicidad, y en destinataria de los mensajes de consumo.
Las feministas de la década de 1960 se dan cuenta que la sola igualdad jurídica es una estafa, y que sufren una situación de explotación económica, legal y sexual. Las mujeres son la minoría oprimida dentro de las minorías.
No se trata sólo la lucha de las mujeres por la igualdad, sino de un compromiso de la sociedad por destruir las barreras de la opresión social. El mundo está organizado según el modelo masculino, tanto en lo laboral como en la educación. Aunque es cierto que la mujer tiene derecho a la educación, también es verdad que los contenidos, y los métodos pedagógicos a los que acceden, pertenecen al modelo masculino. Un buen ejemplo de la situación de la mujer en esta época lo constituyen las películas de estos años, que transmiten la idea de la mujer sumisa, ama de casa y, sólo circunstancialmente, trabajadora, siempre en puestos de poca responsabilidad.
Pero este cuadro que hemos pintado es la situación de la mujer en la sociedad capitalista occidental. La situación de la mujer en el Tercer Mundo es aún más penosa, puesto que además de estar atrapada en una sociedad machista, es pobre. Sus recursos de defensa dependen del hombre, así como los económicos. Su educación es muy deficiente, según los patrones occidentales. Todo esto impide que se desarrollen movimientos de protesta o rebeldía semejantes a los occidentales. El caso más extremo es la situación de la mujer en el Afganistán de los talibanes. Aquí, la mujer debe ir cubierta con el burka, una prenda que la tapa totalmente, no tienen derecho a trabajar, aun siendo viudas y no teniendo hombres en casa, ni a la educación, o a salir a la calle si no van acompañadas. Tampoco tienen derecho a la sanidad, no es raro que las mujeres mueran en los hospitales ante la pasividad de los médicos. Sin llegar a tales extremos, la situación de muchas mujeres del Tercer Mundo es similar; si a toda la población se le niegan los derechos a ellas se le niega la posibilidad de reclamarlos, y no sólo desde el poder, sino desde su mismo ambiente social. Frecuentemente, la prostitución y la emigración es la única manera de conseguir dinero.
El feminismo en España
El movimiento feminista en España no tiene una presencia destacada hasta instauración de la segunda República, cuando prende con fuerza. Desde las primeras Cortes republicanas las mujeres están presentes en la política y tienen derecho al voto.
Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken son las primeras diputadas de las Cortes españolas.
En el bienio radical-cedista se incorporan a las Cortes María Lejárraga, Matilde de la Torre, Veneranda García Blanco y Francisca Bohigas, y durante el gobierno del Frente Popular Dolores Ibarruri (La Pasionaria), y Julia Álvarez. En 1936 España es el país de mundo que más mujeres tiene en el Parlamento.
Victoria Kent, diputada de la CEDA, es nombrada, en 1931, directora de Prisiones, hasta 1934. Por primera vez en el mundo una mujer es nombrada para un cargo público tradicionalmente masculino. Hasta entonces, incluso en la Unión Soviética, sólo se les daba cargos considerados como «asuntos de mujeres», o asuntos para los que «la mujer tenía una sensibilidad especial», como la educación o los diversos «asuntos sociales». Victoria Kent fue la primera mujer española que intervino en un juicio como abogada, en 1924, y en 1930 actuó como abogada ante el Tribunal Supremo, era la primera vez en la historia que una mujer actuaba ante un Tribunal Supremo. Murió en Nueva York en 1989.
Margarita Nelken defenderá en el Parlamento la ley del Divorcio y la cuestión del voto femenino. Es una activista muy capaz, preocupada especialmente por la condición social de la mujer en España. Es diputada del Partido Socialista Obrero Español. Escribió, entre otras obras, La condición social de la mujer (1921). Murió en Moscú en 1968.
Clara Campoamor, militante del Partido Radical también defenderá la ley del Divorcio ante el Parlamento. Este es el tema más importante, en aquel momento, del feminismo activo en España. A fin de cuentas, en la mentalidad de la época, la manera de independizarse de su familia, para toda mujer, era casándose, y la del hombre trabajando, por lo que la mujer quedaba atada para siempre al marido que la sustentaba, independientemente de las condiciones del matrimonio. Partidaria de la concesión inmediata del voto a la mujer, sostuvo un agrio debate con Victoria Kent, partidaria de aplazarlo. También formará parte de la comisión encargada de redactar la constitución de 1931. Escribió El derecho femenino en España (1936), y La situación jurídica de la mujer española (1938), entre otras. Murió en Lausana en 1972.
Pero sin duda la más carismática de todas ellas fue Dolores Ibarruri, la Pasionaria. Ella es una activa dirigente comunista de gran fuerza, que lucha por los trabajadores. Sus discursos durante la guerra civil, en la defensa de Madrid, la convierten en un mito. Se exilia en Moscú. Regresa a España en 1977. Ese año se presenta a las elecciones generales y sale elegida por Asturias. No obstante, dimite de su escaño a los seis meses. Murió en Madrid en 1989.
Otra mujer importante en tiempos de la república fue Federica Montseny. Ella está fuera del parlamento, ya que es anarquista, pero durante la guerra civil participó en un gobierno de compromiso, cosa de la que se arrepentiría más adelante. Fue la primera ministra de la historia de España. Murió en Toulouse el 15 de enero de 1994.
En Cataluña, durante la guerra civil, surge el Grupo de Mujeres Libres, de tendencia anarquista. Se trata de una asociación que reúne a unas 20.000 afiliadas, y que practica un feminismo activo y radical. Muchas de ellas habrán luchado en el frente como milicianas. Publican la revista Mujeres Libres, que es de lo más revolucionario y progresista que el feminismo ha hecho nunca. La mayor parte de sus reivindicaciones hoy se consideran básicas, pero otras aún están por conquistar. Entre las animadoras de este grupo se encuentra Lucía Sánchez, Mercedes Comaposada y Amparo Poch.
Durante el franquismo la mujer española pierde todos sus derechos y es reducida al papel de esposa, madre y mujer piadosa. No tenía derecho, siquiera, a administrar sus bienes, tener pasaporte, o poner una denuncia. En un juicio, para que el testimonio de las mujeres se tuviese en cuenta como el de un hombre, debían formularlo dos. La mujer está, literalmente, secuestrada en casa. Sin embargo, los avances sociales pueden más que las leyes injustas. En las décasdas de 1960 y 1970 España tiene un crecimiento económico muy importante. Se permite la emigración y el turismo. Todo ello muestra otro estilo de vida, más democrático y, sobre todo, otro concepto de la mujer que poco a poco va calando en la sociedad. En 1970 la nueva ley general de Educación no puede obviar el asunto y reconocerá el derecho a una educación igual para todos, incluidas las mujeres. Las mujeres van tomando conciencia de sus derechos, comienzan a reclamarlos, y la sociedad cada vez ve más normal que se les concedan. No obstante, estos derechos no serán reconocidos en España hasta la proclamación de la constitución en 1978. Desde entonces las mujeres españolas han conseguido los mismos derechos que las de cualquier país desarrollado.
En la actualidad, el feminismo ha dejado de ser radical, pero impregna la ideología de toda la sociedad, de tal manera que es impensable, e imposible, legislar discriminatoriamente contra las mujeres, o tomar decisiones que no las tengan en cuenta. No obstante, los hechos nos siguen diciendo que la mujer sufre, en muchos casos, situaciones de opresión. La mujer sigue siendo el pilar fundamental del hogar, le cuesta más encontrar trabajo y, en caso de que lo consiga, suele tener un puesto inferior y un sueldo menor, en la empresa privada.
El pacifismo
La paz es una de las aspiraciones más antiguas de la humanidad. En La república, de Platón, ya se pone esto de manifiesto. Toda guerra ha generado corrientes pacifistas, que normalmente no eran otra cosa que una manera diplomática de resolver los problemas y los conflictos.
Pero, ¿qué es la paz? Esta es una de las discusiones ideológicas que se han mantenido en el siglo XX. En principio, la paz es la ausencia de guerra, sin embargo, está claro que esta definición se queda corta, porque puede haber ausencia de guerra e inestabilidad social por causas económicas, políticas, etc. El concepto de paz también debe incluir la paz social, donde no hay muertos ni declaraciones de guerra, pero donde sí hay detenidos por defender los derechos, y en donde los conflictos se resuelven de forma violenta, contra los bienes, las vías de comunicación y las personas. Los ejemplos más claros de esto los tenemos en los países con dictaduras, o en España, las amenazas de la ETA que han creado un clima de violencia difícilmente soportable, aún sin muertos, hasta la segunda mitad de la primera década del siglo XXI. Hoy en día, la actividad del terrorismo internacional, con el atentado del 11 de septiembre del 2001 en la Torres gemelas de Nueva York, que provocó miles de muertos, y el atentado del 11 de marzo del 2004 en Madrid, en el que murieron cientos de personas, se tiene la sensación de estar inmerso en una guerra no declarada contra una minoría fanática que optan por el terrorismo para imponer su modelo social.
El pacifista está tanto contra la guerra, como contra las maneras violentas de resolver los conflictos, por ser ilegítimas y, a la larga, ineficaces.
Por otra parte, la guerra no es una querella entre individuos amplificada, sino un esfuerzo de dominación política y económica de un Estado sobre otro, o sobre un pueblo o un territorio.
Según este concepto, es muy posible que la guerra, como institución, nazca durante la Edad de los Metales, ya que el dominio del territorio donde existía el cobre, el estaño o el hierro, por un lado, y los mercados, por otro, suponían una riqueza suplementaria para el pueblo dominador.
En la aparición del pacifismo, como ideología, tienen mucho que ver las religiones, como el cristianismo y el budismo, que predican el amor a los demás y la renuncia a las cosas del mundo, como modelo de vida.
El pacifismo moderno se puede remontar hasta los anabaptistas y otros grupos religiosos que en la Francia del siglo XVI se negaron a participar en las guerras de religión. El católico Boétie, defendió la táctica no violenta a través de la desobediencia a los jefes. En el siglo XVIII, los cuáqueros, crearon comunidades en Pensilvania (EE UU) lo que les libró de la guerra durante muchos años.
Tras la guerra franco-prusiana aparecieron los primeros grupos pacifistas. Estaban formados, generalmente, por socialistas que se negaron a participar en una guerra burguesa.
Pero es en el siglo XX, y después de la primera guerra mundial, cuando el pacifismo toma carta de naturaleza, como ideología asumida por gran parte de la sociedad.
Las grandes figuras del pacifismo en el siglo XX son: Mohandas Gandi, Juan XXIII, con su encíclica Pácem in Terris, Martín Lutero King y León Tolstoi, que abogaba por una revolución social no violenta.
Mohandas Gandi utilizará la estrategia de la no violencia para oponerse al gobierno inglés de la India, y como medidas de presión utiliza la resistencia pasiva, la no colaboración y la desobediencia civil. No utiliza armas, pero tampoco la paz social. En primer lugar está la no colaboración, que implica renunciar a las supuestas ventajas que ofrece el sistema británico, con el fin de paralizar la maquinaria del Estado. En segundo lugar está la desobediencia civil, según la cual se transgreden deliberadamente las leyes injustas buscando la detención y la condena, que se acepta sin apelar y sin defensa; para poner en evidencia lo injusto de las leyes y crear un estado de opinión en contra, incluso de sus defensores. Y en tercer lugar la resistencia pasiva, que son los tres pilares de la estrategia de la no violencia.
El socialismo, sobre todo en el siglo XIX, es pacifista en un sentido: condena la lucha entre Estados, la guerra burguesa, a favor de la lucha de clases y la solidaridad obrera internacional. Se niega a tomar parte en las guerras concretas. Sin embargo, su fracaso ante la guerra franco-prusiana y en la primera guerra mundial le lleva a replantearse su postura.
La primera guerra mundial produjo un rechazo generalizado hacia la guerra, pero sólo algunos hicieron algo positivo. En Inglaterra se proclama el Juramento de Oxford en el que los firmantes se niegan a volver al luchar por la patria y el rey. Juramentos similares se hicieron en muchos países, pero fueron firmados por una pequeña parte de la sociedad, y quedaron en papel mojado ante la barbarie nazi.
Con la explosión de las primeras bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, se inicia una nueva era en la tecnología militar y en las relaciones internacionales. Socialmente se toma conciencia de que esta tecnología es capaz de terminar con la vida humana sobre la Tierra, particularmente cuando estas bombas proliferan y aumentan su potencia, durante la guerra fría. Surge, entonces, un pacifismo radical y activo que se niega a utilizar la violencia para resolver cualquier tipo de conflictos, se opone a cumplir el servicio militar obligatorio y, en definitiva, rechaza aprender a matar.
Los primeros grupos pacifistas aparecen en los países escandinavos durante la invasión nazi en la segunda guerra mundial, pero su mayor desarrollo, y los más activos, surgieron en Estados Unidos durante la guerra de Vietnam (1956-1973). Los grupos de objetores de conciencia surgen desde diferentes posturas ideológicas, o religiosas como los testigos de Jehová o el islam. Pero, sobre todo, son grupos antimilitaristas de todo tipo.
La objeción de conciencia tiene en Estados Unidos una cierta tradición. Durante la guerra contra México en 1845 Henry David Thoreau sienta las bases de la desobediencia civil y aboga por el derecho a rechazar el servicio militar obligatorio.
Los primeros grupos pacifistas abogan por el desarme nuclear definitivo, como una reivindicación inexcusable. El terror al holocausto nuclear es el principal motor de toma de conciencia de las ideas pacifistas por parte de la sociedad. Aunque en la actualidad la paz se plantea de otra forma.
Durante la década de 1980 los grupos pacifistas más activos, y de mayor calado social, se encuentran en Alemania. Alemania sufre especialmente la guerra fría y las consecuencias de la política de bloques, con lo que se desarrolla una especial sensibilidad antimilitarista.
Estos grupos son, con frecuencia, reprimidos violentamente, sobre todo en los países donde no están garantizadas las libertades mínimas, ya que opinan y protestan fuera de la lógica del sistema.
España
La sociedad española se incorpora muy tarde a los movimientos pacifistas. Hasta 1978 estuvimos bajo el signo del franquismo, en el que el modelo de organización, por excelencia, era el militar y se cultivaba el culto a la violencia, la juventud y los valores patrióticos militares.
Tras la ley de Libertad Religiosa de 1967 algunos testigos de Jehová se niegan a hacer el servicio militar obligatorio. Pero será el caso de José Luis Beunza el juicio por objeción de conciencia que más repercusión tenga, por ser el más publicado y seguido de la época. José Luis Beunza es un católico que en sus argumentos utiliza el Nuevo Testamento, y la encíclica Pácem in Terris, del papa Juan XXIII. Su juicio será una farsa en la que no se le permite la defensa, ni leer sus alegaciones, y es condenado a hacer el servicio militar en la Legión. Después de pasar por la prisión de Valencia, en 1971.
La constitución de 1978 reconoce el derecho a la objeción de conciencia, en su artículo 30, y desde el primer momento comienzan a declararse objetores al servicio militar. Pero falta una ley de Objeción de Conciencia que los regule; y estas personas estarán en una situación alegal. No se les puede negar su objeción de conciencia, pero no hay una ley que diga lo que tienen que hacer.
La ley de Objeción de Conciencia llega en 1984. Desde el primer momento es contestada por todos los movimientos de objetores establecidos en España, particularmente el MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia), lo que provocará el fenómeno de la insumisión. Los insumisos usan la estrategia de la desobediencia civil y se niegan a hacer tanto el servicio militar obligatorio como la prestación social sustitutoria que establece la ley. El motivo fundamental es que los mecanismos que establece la ley para declararse objetor, y la propia prestación sustitutoria en sí, no son considerados adecuados, justos, ni constitucionales, por los grupos de objeción de conciencia. El que una persona sea objetor depende de un tribunal de evaluación que decide si puede serlo o no. Se rechazan a todas aquellas personas que en algún momento hayan intentado entrar en el Ejército. No se contempla la objeción sobrevenida, con lo que no se reconoce que una persona pueda cambiar de opinión una vez conocida la realidad. Por otro lado, la prestación social sustitutoria tiene dos defectos: en primer lugar dura más que el servicio militar obligatorio, lo que se considera un castigo, y nadie puede ser castigado por ejercer un derecho reconocido en la Constitución; y por otro, generalmente, los puestos en los que se realizan pueden ser cubiertos por trabajadores sociales, con lo que se ocupan puestos de trabajo, cosa que prohíbe expresamente la propia ley. No obstante, una resolución de la Unión Europea obliga a aceptar como objetores a todas aquellas personas que lo declaren. En 1997 el Partido Popular, en el gobierno, presentó una ley para hacer un ejército plenamente profesional en el año 2002.
A partir de la promulgación de la ley de Objeción de Conciencia, en España los objetores aumentan espectacularmente, hasta el punto de desbordar a la Administración. Con el anuncio del fin del servicio militar obligatorio los objetores de conciencia aumentan aún más, llegando a los máximos históricos. Una vez producida la profesionalización del Ejército la objeción de conciencia y el movimiento pacifista en España debe cambiar radicalmente.
El ecologismo
El ecologismo es la última ideología en incorporarse a las preocupaciones de la sociedad, y por lo mismo es la que más impulso y arraigo tiene en la actualidad. Apenas se pueden encontrar antecedentes históricos del ecologismo, como no sean las actitudes higienistas del siglo pasado, puesto que el deterioro del medio natural está ligado directamente al aumento de la industrialización en todos los países de Occidente, y a la utilización de combustibles fósiles y recursos no renovables, así como a la sobreexplotación de los mismos.
Esto implica que el ecologismo, no sólo tiene una dimensión ideológica, sino también una magnitud económica de primer orden. Las implicaciones económicas permiten que hagan bandera del ecologismo todas las ideologías políticas y económicas. No obstante, donde primero prenden las ideas del ecologismo es en los grupos de izquierda desencantados del socialismo soviético y maoísta, y en el anarquismo radical.
El ecologismo comienza a tomar cuerpo en la década de 1960, en movimientos extraparlamentarios que reaccionan contra la política de bloques y la guerra fría, y no se identifican ni con el capitalismo ni con el socialismo existente.
Los primeros grupos ecologistas surgen junto con los pacifistas antinucleares, que ponen de relieve los peligros de la radiactividad y las centrales nucleares: son el primer paradigma de la defensa del medio. Pero pronto se analizarán los efectos negativos para la vida, de toda la contaminación industrial y urbana, sobre todo después del accidente, y desastre ecológico, del Gran Londres en 1952, en que una niebla de smog asfixia a la ciudad y las autoridades británicas se ven obligadas a promulgar, en 1956, una ley sobre limpieza del aire.
En 1965 Murray Bookchin escribe un texto en el que resume el pensamiento ecológico: Ecología y pensamiento revolucionario. En él se describen las bases teóricas del ecologismo y su implantación, y sus consecuencias económicas, como la descentralización del poder económico y la formación de circuitos locales de comercio. También advierte sobre la desvirtuación interesada de los principios ecológicos, que pueden convertir en una farsa la preocupación por la mejora del medio.
En la Alemania de la década de 1970 los grupos ecologistas se organizan políticamente, y optan por la no violencia y el pacifismo, sin necesidad de dejar de ser contundentes en sus reivindicaciones.
El grupo más importante se forma en 1977, es Greenpeace, de carácter internacional. Se funda en un congreso en Estocolmo. Adena se crea en España 1968 y se adhiere al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) la otra gran asociación ecologista mundial.
El ecologismo supone una nueva forma de hacer política, lo que implica un choque teórico con los economistas, un debate entre el desarrollo sostenible y el beneficio rápido. En multitud de ocasiones se ha presentado a la ecología como un freno al desarrollo, sin tener en cuenta que la existencia de materia prima en buenas condiciones, en la naturaleza, es una condición fundamental para la actividad económica. La ecología influye en todos los aspectos de la actividad económica, particularmente en la generación y fabricación de bienes. En realidad, abarca todo el ciclo del producto, desde la extracción de materias primas, a la fabricación, transporte, venta, consumo y hasta el fin de su vida útil y su gestión como residuo. En todo ello, y en todo el proceso, se pueden encontrar mejoras, que sin menoscabo de la obtención de beneficios, e incluso minimizando las pérdidas y los gastos, impliquen una mejora de la calidad ambiental. Se puede utilizar la materia prima con mayor eficacia, reduciendo los residuos, con menor consumo de energía, sin que haya pérdidas en el transporte, y que no genere basura no biodegradable.
Este intento de resolver los problemas que genera el capitalismo consumista le acerca ideológicamente al socialismo, por eso se considera como una ideología de izquierda. Pero no es una izquierda clásica, marxista, sino de una nueva izquierda aún por definir.
Como quiera que la calidad ambiental ha ido entrando en las conciencias de la gente, muchas veces con mensajes catastrofistas, los Estados se han visto en la obligación de legislar, y de asumir estos puntos de vista. En principio sólo se trata de normas e informes técnicos. Se obliga a que cada obra nueva tenga una evaluación de impacto ambiental, y que las empresas hagan auditorías ambientales. Sin embargo, los grupos ecologistas pretenden, para conseguir sus objetivos, apelar a la conciencia de la gente; descubriendo en el entorno inmediato las señales de la degradación del medio, y explicando sus consecuencias. Esta actitud ha llevado a muchos grupos ecologistas a lanzar mensajes catastrofistas y alarmantes, sin muchas bases científicas. El lema emblemático de los ecologistas es: actuar localmente y pensar globalmente. Esto supone implicar a todas y cada una de las personas en la defensa del medio natural, pero también derivar una cadena de consecuencias, desde lo local a lo global, que no tiene en cuenta el cambio de escala y, por tanto, el cambio de naturaleza del problema. En ocasiones, tampoco están suficientemente probadas desde le punto de vista científico. Esta actitud sugiere que la defensa comprometida de una especie o lugar concreto implica la mejora del medio natural en todo el mundo.
La necesidad de mejorar y conservar el medio natural ha supuesto el avance de los estudios sobre ecología y climatología. Uno de los temas recurrentes es el del cambio climático, en el que se trata de demostrar cómo la influencia del hombre puede alterar las condiciones del medio natural; así como la deforestación.
Otro de los problemas centrales del discurso ecologista es el del consumo de energía. Cómo ahorrar energía, cómo producirla con medios renovables, etc. Esto ha supuesto un avance tecnológico de importancia, tanto en los medios de producción de energía como en los aparatos de bajo consumo.
El tercer problema central es el de la generación de residuos y la costumbre consumista, del usar y tirar, que implica una actitud positiva de la gente, ya que debe comenzar al separar los residuos, y de la industria. La clave es reducir, reciclar y reutilizar. El gran mérito del ecologismo es que ha sido capaz de implicar en la defensa del medio a cada persona.
La pujanza del ecologismo en todo el mundo ha provocado multitud de reuniones diferentes, de carácter internacional, con los gobiernos de por medio. Una de las más importantes ha sido La Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1993, y el Protocolo de Kioto, en 1998. Este protocolo no entró en vigor hasta el 16 de febrero del 2005, y además sin que lo hayan ratificado EE UU, India ni China, lo que lo hizo ineficaz, y ha sido imposible acordar otro protocolo mejor.
Nadie discute la necesidad de conservar el medio natural para sobre vivir como especie, pero sí para crecer económicamente. Por eso, los gobiernos han llegado a unos acuerdos para reducir la contaminación que produce la industria de su país, sin perjudicar el crecimiento económico. También se han comprometido a no reducir la biodiversidad, que es la condición indispensable para el buen funcionamiento de los ecosistemas. Pero muchos gobiernos, sobre todo de los países en vías de desarrollo, incumplen sus compromisos en favor de un mayor crecimiento económico. Incluso los países más ricos como, Estados Unidos, que tiene asignadas unas determinadas emisiones a la atmósfera, compran los derechos de emisión de los países más pobres, para sostener su economía.
España
Los primeros grupos ecologistas en España surgen en la década de 1960, y sus primeras actuaciones se centran en contra del plan energético nacional (PEN), que prevé para España la instalación de varias centrales nucleares. La reacción antinuclear es muy fuerte, en muchos municipios, contra las autoridades franquistas del gobierno (los alcaldes también son franquistas), y en muchos casos se consigue que la central no se construya. En un principio, el movimiento antinuclear es vecinal, la única manera en la época de asociarse, pero con la llegada de la democracia en 1978 el movimiento ecologista se desarrolla extraordinariamente, apareciendo en la década de 1980, grupos en todas partes, que tienen gran calado social.
Ha esta expansión no son ajenos los medios de comunicación, y en especial la labor divulgativa que en aquellos años hacen Félix Rodríguez de la Fuente y Jaques Cousteau.
Conclusiones
Como conclusión, podemos decir que hoy en día estos tres movimientos alternativos, feminismo, pacifismo y ecologismo, forman parte del acervo cultural de nuestra sociedad, y que sus valores no son puestos en duda por nadie, medianamente educado.
La implantación de estas ideas en la sociedad es tan fuerte que todo el mundo se siente ecologista, pacifista y feminista en alguna medida. Claro que, a veces la desvirtuación de los objetivos es tan grande que hay gente que afirma que los más feministas son los hombres, porque «les gustan las mujeres como deben de ser», los más pacifistas son los militares, porque en caso de guerra ellos son los primeros en sufrir, y los más ecologistas las grandes empresas, porque ponen remedio a la contaminación que producen. Todo un ejercicio de hipocresía y de desconocimiento de lo que es realmente la ideología.
Bibliografía
Montserrat Roig: «El feminismo». Temas Clave. Salvat. Barcelona 1985
Esperanza García Méndez: «La actuación de la mujer en las Cortes de la segunda República». Ministerio de Cultura. Madrid 1979
Myrna M. Breitbart: «Anarquismo y Geografía». Oikos-Tau. Barcelona 1988
Santiago Genovés: «El hombre entre la guerra y la paz». Labor. Barcelona 1968
Joan Martínez Alier: «De la economía ecológica al ecologismo popular». Icaria. Barcelona 1994
VV.AA.: «Anuario». Difusora Internacional. Barcelona.
Caple Martínez, Rosa Mª: «Mujeres, la larga marcha». La Aventura de la Historia, n. 19, pp. 16-27.